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  • Lope de Vega apto para menores:La supresión de la prolífica "opilación" de El acero de Madrid por la censura franquista
  • Rebeca Rubio

Si entre los más de tres mil versos de El acero de Madrid hay una palabra clave, por la cual reconoceríamos de inmediato la comedia entre las cientos que escribió Lope de Vega, esa sin duda es opilación. Tan es así, que no hay edición moderna o reseña teatral que no se apresuren a explicar el término, e incluso en el caso de Haro Tecglen en 1995, a titular de este modo su negativa recepción de la puesta en escena de El acero. Es precisamente él quien advierte en esta crítica que "la palabra más pronunciada en la obra es "opilación" y sus derivados" (Haro Tecglen). Sin embargo, la relevancia de la opilación no reside únicamente en su alta frecuencia en el texto, sino en la naturaleza polisémica de la voz misma, como se refleja en los variados y siempre incompletos intentos de definición en el Tesoro, y el diccionario de Autoridades. En el primero, opilación es "enfermedad ordinaria y particular de doncellas y de gente que hace poco ejercicio" advirtiéndose ya la semilla para el crecimiento semántico que procurará el hortelano Belardo (Covarrubias 569).1 Si bien la misma ignora los detalles médicos, la identifica como una enfermedad de sexo y de clase. La población afectada queda delimitada a la femenina, siendo a su vez, circunscrita a aquellas que no han mantenido relaciones sexuales. [End Page 179] La falta de actividad física determina también la clase social media alta exenta del trabajo a la que pertenecen las enfermas de opilación. Atendiendo a esta definición, la comedia de Lope de Vega aborda un asunto de salud sexual y reproductiva en la mujer, no de manera secundaria, sino como principal.

El diccionario de Autoridades se centra en la acepción médica, definiendo la opilación como "obstrucción y embarazo de las vías y conductos por donde pasan los humores" por lo que en las mujeres produce la falta de menstruación. Resulta significativa la elección léxica de embarazo, como complemento de la obstrucción que este diccionario propone, sobre todo porque a la falsa opilación de la protagonista de El acero, le sigue una real en forma de embarazo, la falta de menstruación más plausible en una joven sana como Belisa. Estos son los umbrales semánticos entre los que oscila la opilación como motivo dramático: de la virginidad al embarazo, enmarcados en un contexto de control social sobre la mujer. Sin haber perdido vigencia a lo largo de la historia, los temas de la doncella enferma y la visita del doctor están presentes en otras manifestaciones artísticas del periodo barroco, como son las pinturas flamencas que Laurinda S. Dixon analizó en Perilous Chastity, señalando la manera en que dichos motivos funcionan en la pintura del siglo diecisiete como un instrumento de control social, en el que la medicina es una fuerza que conforma las opciones y los roles adecuados para las mujeres (247).2

Es necesario señalar el valor de la opilación como un hallazgo poético barroco, y la falsa opilada como un motivo literario popular en el momento en que Lope decide transformarlo también en artefacto dramático.3 La riqueza de la obra de Lope de Vega reside en la liminalidad semántica de la opilación entre la voz médica y la poética, produciendo en su alternancia una gran variedad de alusiones y matices. Este amplio rango de posibilidades semánticas enriquece la obra de Lope, y simultáneamente nos informa sobre la recepción de la obra tres siglos más tarde, cuando en un contexto de represión sexual femenina como el franquista, la opilación se convierte en un término inaceptable. Esta inadecuación se revela con el análisis del libreto presentado a censura por Carlos Miguel Suárez Radillo para [End Page 180] su...

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