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  • Escribir contra la muerte
  • Esther Andradi1

Hilda publicaba poco y escribía mucho. Escribir como reducción, reducción como concentración, concentración como elixir. La poética de Rais es el diamante que corona una vida de múltiples corajes, un hacer como consuelo, un convocar como deseo, un ser y actuar agudo y contundente, es la amante y la radical, la sólida y la sutil.

Y esa sonrisa mirando de soslayo.

Hilda Rais hacía verbear los sustantivos y entreveraba los tiempos como recurso. Ella se metía en el lenguaje como en la selva, a descubrir, a explorar, a escribir aquello de lo que no puede hablar.

Pero cómo se pronuncia lo que no se deja modular, cómo soltar la lengua, cómo recoger las perlas en el mar y con ese viento. De estos rodeos está hecho su tiempo.

Y esa ironía, ese humor, esa voz.

Siempre al margen de sí misma, bordeando los abismos de la lengua, en la cúspide de una obra, en la bravura de un hacer para defender el derecho a ser. Ser en una, ser en dos, ser en miles. Descorrer el velo de lo imaginario para que las palabras pisen con fuerza, se afirmen en ese devenir, el del amor, de la militancia, de la radicalidad del pensamiento.

Cómo se aprende a vivir sin esa presencia. Leyendo sus poemas. Sus ensayos. Volviendo una y otra vez a su inconfundible forma de preguntar. De mirar. En esos archivos de memoria que es la reescritura de aquello de lo que no puede hablar.

No hay palabras, hay escritura.

Escribirse dudándose, cuestionándose, reencontrándose, perdiéndose.

No hay mañana.

Hoy es mañana y ayer, y hay un yo que también es ella, es vos, es todas.

No es que el verbo se confunda, „necesito que nos amamos/quiero que me abrigaste“.

Ése es el punto donde está escrito aquello de lo que no puede hablar.

Porque si puedo hablar no lo escribo dice Rais.

Ése es el punto.

Y pisa raya. Porque quiere. Para „provocar la eternidad“.

Nada es casual. Cada palabra ha sido barajada una y otra vez, como en un salmo, casi haiku, aquí te encuentro, aquí te pulo, aquí busco tu origen, tu raíz, tu venir al ruedo.

Y baila, baila como las mejores

En el centro de la pista, ella tan tímida, no digas no. [End Page 158]

De donde llega la materia para cavar esta palabra que hable, de donde los instrumentos para dar una vuelta y otra, y un rulo más, pero no es rebusque sino deseo lo que aparece, lo que se planta, que versea. ¿Lo que verbea en el papel, es un ensayo?

Siempre ensayamos „manuscribo lo que borroneo“, borronear pero no es cuenta nueva: la cuenta es la que está debajo de todas las cuentas y por eso borrar hasta encontrarla.

Y escribir una serenata para que alguien cante.

Te cante con tu voz.

Necesito que nos cantamos.


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Hilda con Frodo y Petunia

[End Page 159]

Footnotes

1. Esther Andradi. Escritora argentina, reside en Berlín y Buenos Aires. Ha publicado crónica, cuento, microficción, poesía y novela. Sus ensayos y entrevistas circulan en diferentes medios de América, España y Alemania. Es autora de las novelas Tanta Vida, Sobre Vivientes y Berlín es un cuento y editora de la antología Vivir en otra lengua: literatura latinoamericana escrita en Europa. El reportaje literario Mi Berlín. Crónicas de una ciudad mutante y Microcósmicas son sus títulos más recientes.

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