La postmemoria de la izquierda latinoamericana en Nuevos juguetes de la Guerra Fría de Juan Manuel Robles

En 2015 se publica la primera novela del escritor y cronista Juan Manuel Robles (Lima, 1978), Nuevos juguetes de la Guerra Fría.¹ Se trata de una obra marcadamente globalizada en su argumento y en sus temas, al igual que otros libros peruanos de sensibilidad también cosmopolita, aunque muy distintos entre sí, como son la novela La disciplina de la vanidad (2000) de Iván Thays o el libro de cuentos Las islas (2006) de Carlos Yushimito.² Leer estas narraciones desde una óptica exclusivamente nacional resulta limitante. En el caso de Robles, si bien su narrador-protagonista, llamado Iván Morante, es de nacionalidad peruana, el texto postula una experiencia multipolar, latinoamericana y a la vez mundial, que se remonta hasta la Guerra Fría para señalar sus ecos en el presente. Inmigrante en Nueva York, Morante rememora su infancia en La Paz, Bolivia, durante los años 80, cuando su padre, periodista militante de izquierda, lo matriculó en el colegio revolucionario El Guerrillero Heroico, situado en la Embajada Cubana de esa ciudad. El Bildungsroman de Morante establece vínculos con realidades tan lejanas a su niñez latinoamericana como los proyectos secretos de la Stasi en la República Democrática Alemana. Más aún, la historia de aprendizaje y la trama ideológico -política movilizan una reflexión metaficcional que, valiéndose de la retórica de la neurociencia, indaga en las relaciones entre ficción, memoria e identidad. En su conjunto, la novela crea un mapamundi y despliega unas conexiones que la sitúan en diálogo, antes que con intertextos peruanos, con obras influyentes del panorama latinoamericano del 2010 en adelante, como son Formas de volver a casa (2011) del chileno Alejandro Zambra, El espíritu de mis padres sigue subiendo en la lluvia (2011) del argentino Patricio Pron, El cuerpo en que nací (2011) de la mexicana Guadalupe Nettel o Los afectos (2015) del boliviano Rodrigo Hasbún, entre otras; todas obras que, como señala el escritor peruano Jeremías Gamboa, están centradas en la figura del padre.³ Varias de ellas ponen en escena a hijos latinoamericanos que reconstruyen un mundo infantil saturado por las circunstancias políticas. En este sentido el mismo Zambra, en la novela mencionada que precisamente vuelve sobre el pinochetismo, hizo la distinción entre la "novela de los padres" y la "novela de los hijos":

La novela es la novela de los padres, pensé entonces, pienso ahora … Crecimos creyendo eso, que la novela era de los padres. Maldiciéndolos y también refugiándonos, aliviados, en esa penumbra. Mientras los adultos mataban o eran muertos, nosotros hacíamos dibujos en un rincón. Mientras el país se caía a pedazos nosotros aprendíamos a hablar, a caminar, a doblar las servilletas en formas de barcos, de aviones. Mientras la novela sucedía, nosotros jugábamos a escondernos, a desaparecer.

(55-56)

Nuevos juguetes de la Guerra Fría se inscribe, indudablemente, en la literatura de esos hijos para quienes la memoria es "un líquido tóxico envasado a presión" (53), es decir, un recuerdo vivo de antiguas violencias, pero también una materia plástica capaz de renovarse sin cesar. En este artículo sostengo que la novela puede ser leída como un texto de la postmemoria, que procura dejar atrás el legado de la izquierda latinoamericana del siglo XX, para intentar abrir nuevos espacios de reflexión progresista en el continente. Siendo una obra reciente, se impone un resumen de la trama. El narradorprotagonista, emplazado en Nueva York, es un ex programador informático que quiere ser escritor. Emprende su relato, ese que le permitirá ingresar a la literatura, haciendo referencia a una foto infantil: en ella Morante está vestido con el conocido uniforme de pionero. Esta imagen origina una larga rememoración no del todo voluntaria: dos agentes misteriosos, llamados Nuria y Saldaña, intervienen con diversas técnicas en la memoria de Morante para...