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Reviewed by:
  • The Senecan Aesthetic: A Performance History by Helen Slaney
  • Florence d’Artois
Helen Slaney.
The Senecan Aesthetic: A Performance History.
Oxford UP, 2016. 336 Pp.

EL LIBRO DE HELEN SLANEY IMPACTA Y SEDUCE POR SU VISIÓN TRANSVERSAL. Propone al lector un recorrido a través de la estética senequista desde la Roma de Nerón a nuestro siglo XXI. El punto de partida y la apuesta de la autora, planteada en la introducción, es que se puede contemplar una entidad estética propia del teatro senequista, pero que sobreviva hasta la época contemporánea e ilumine retrospectivamente el teatro senequista hasta el punto de poder preguntar “what’s Senecan about Seneca?” (16). De esta manera, la autora no limita su investigación al neosenequismo renacentista, es decir, a casos de reescrituras muy cercanas a la fuente senequista, sino que hace extensivo su propósito a la posteridad, desde el siglo XVIII en adelante. Esta apuesta, novedosa, es tanto más atrevida cuanto que el campo de estudios de Slaney es, en principio, la filología clásica. Al respecto, llama la atención la agilidad con la que maneja, siguiendo el hilo senequista, corpus teatrales modernos y contemporáneos.

La introducción, uno de los capítulos más interesantes del libro, plantea la base teórica del resto del recorrido, que sigue un hilo histórico. Al querer escribir, como reza el título del libro, una historia de la performance, Slaney se enfrenta de entrada a la resbaladiza cuestión del estatuto de las tragedias de Séneca de cara a la representación: ¿fueron o no representadas estas tragedias? Y, pregunta más radical aún: ¿eran representables? ¿Se pensaron para ser representadas en teatros?

La autora defiende la tesis de una teatralidad de la tragedia senequista inherente al texto e independiente tanto de la mimesis como de la opsis (el espectáculo). Esta teatralidad se actualiza en la misma dicción del texto dramático que viene a ser, como la actio de la tradición retórica, una encarnación física (“embodiment”, 3), y que no necesita del dispositivo teatral. Stanley es muy deudora, en este punto, de los trabajos de la latinista francesa Florence Dupont (Les monstres de Sénèque, Belin, 1995, reed. 2011), quien define la tragedia senequista como “spectacle des mots” (144) y sostiene que la cuestión de la representabilidad está mal planteada. [End Page 197]

La importancia dada a la dimensión retórica del texto dramático de Séneca, que fundamenta un teatro de la palabra destinado ante todo al oído, es crucial en la definición que da Slaney de la estética senequista. Así la desvincula de la cuestión icónica y, finalmente, del espectáculo, llevando a cabo un examen original de este teatro que se centra en el lenguaje y su embodiment, es decir, más bien en el cuerpo del actor “e incluso del bailarín, en un sugerente estudio de la tradición de la pantomima y de la tragoedia saltata” que en cuestiones relativas al espectáculo.

No es tan original ni funcional, en cambio, el elenco de los demás elementos definitorios “no siempre claramente jerarquizados ni categorizados: el exceso, el metateatro, el delirio, la enajenación, lo abyecto, el espacio cerrado, el horror y la simpatía”. Estos elementos son pertinentes y relativamente precisos para analizar la estética senequista en las obras del autor de Medea y de sus imitadores en la tradición del teatro europeo del siglo XVI y de parte del XVII, pero no resultan tan convincentes para describir una estética senequista transhistórica que se termina confundiendo, en el análisis de la autora, con una idea excesivamente vaga de un tipo de tragicidad fundamentada en la hipérbole, la verbosidad y la crueldad. Aunque la autora contemple esta disolución como parte de la evolución de la estética senequista, no deja de ser un punto débil de su estudio y una prueba práctica de la fragilidad de la propia categoría de estética senequista así enfocada.

Una vez...

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