Abstract

RESUMEN:

Pese a constituir uno de los centros urbanos más modernos y activos de su tiempo, La Habana del siglo XIX nunca encarnó la imagen capitalista de la metrópolis industrial. En este sentido, los jardines urbanos que desde principios de siglo se fueron constituyendo en la ciudad, supusieron un espacio de ocio neutralizador, no de la contaminación ni de la enajenación tecnológica, sino de los profundos conflictos identitarios que atravesó la población cubana al tratar de calibrar sus deseos de independencia con la pertenencia hispánica al antiguo régimen. Incluso aquellos espacios verdes que fueron establecidos por las autoridades y se integraron, por tanto, dentro del proyecto colonial, fueron capaces de cuestionar a varios niveles tanto las limitaciones impuestas por las autoridades, como aquéllas desarrolladas por la propia élite urbana para preservar sus privilegios de clase. Asimismo, el mito colonial de lo exótico, proyectado por los extranjeros visitantes, se adaptó perfectamente a las condiciones ambientales de La Habana, acabando por convertirse en uno de los principales significantes de la emergente identidad cubana, todavía vigente en la actualidad.

ABSTRACT:

A big part of the traditional features associated with urban modernity—industrial pollution, dehumanization, alienation from the immediate environment—do not apply to Havana. Quite the opposite. A great deal of Cuba's phantasmagoria during the nineteenth century was a continuous feedback mythology based on the colonial trope of the Exotic. For that matter, smoke did not asphyxiate Havana's dwellers, identity issues did. Its delicate relationship with the Spanish metropolis, the increasing commercial and political links with the United States of America, and the permanent fear of a slave revolution, led to a profound identity crisis. Within that process, the exotic images of the city were embraced and spread as part of a new identity in the making. In this article, I argue that urban gardens—even when they were part of the colonial agenda—played a decisive role in defining and legitimizing Havana's attributes and personal notions of modernity through leisure expressions. They became a counterbalancing scape, a liminal venue where a certain degree of permeability towards the fossilized urban hierarchies was allowed.

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