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  • Nocturno de Chile de Roberto Bolaño:Anatomía de Una Confesión Imposible
  • Enrique Luengo

En Nocturno de Chile, lo que me interesaba era la falta de culpa de un sacerdote católico. La frescura admirable de alguien que por formación intelectual tenía que sentir el peso de la culpa. Yo creo que la culpa, el sentido de la culpa, es de las pocas cosas buenas de la religión católica. Vivir sin culpa es como vivir fuera del tiempo, en un presente perpetuo, en una cárcel de soma o como se llamara esa droga que tomaban en Un mundo feliz, de Huxley. Vivir sin culpa es abolir la memoria, perpetuar la cobardía. Si yo, que fui una víctima de Pinochet, me siento culpable de sus crímenes, ¿cómo alguien que fue su cómplice, por acción o por omisión, puede no sentirse culpable?

Roberto Bolaño, entrevista (Braithwaite 114).

De acuerdo a la tradición teológica, legal, psicoanalítica y psicoterapéutica, todo acto confesional, en sus múltiples expresiones, requiere que el sujeto admita o exprese su culpa con la intención de experimentar un proceso transformativo que requiere de la experiencia del remordimiento para dar lugar a la necesaria restitución del orden violado y, como consecuencia, posibilitar la renovación de la conciencia del culpable. En Nocturno de Chile, podemos constatar que a lo largo de su monólogo el narrador no ofrece una respuesta genuina o admisible que justifique su conducta puesto que no reconoce su culpa en los hechos perpetrados o no es capaz de juzgar la naturaleza de sus ofensas.

Nuestro trabajo tiene como objetivo describir y analizar Nocturno de Chile como un texto que surge de la necesidad del sujeto hablante, Sebastián Urrutia Lacroix (UL en adelante), de justificar o explicar ciertos acontecimientos obscuros [End Page 207] asociados con su pasado histórico y personal. Desde este punto de vista, podríamos decir que el discurso del narrador tiene un propósito de orden pragmático; su intención a primera vista sería de naturaleza confesional y, por lo tanto, su función consistiría en restituir el orden agraviado.

En nuestro análisis mostraremos que la tarea que se propone el narrador es de carácter dudoso puesto que, a la luz de los desafíos que nos plantean las teorías posestructuralistas del lenguaje, detrás de la intención y/o el deseo del narrador de expresar lo que para él es auténticamente verdadero subyace una serie de otras posibilidades hermenéuticas que revelan áreas problemáticas de su discurso, y, por lo tanto, de su subjetividad.1 Como lo describiremos más adelante, estas estrategias discursivas esgrimidas por el narrador se tornan más complejas cuando nos referimos al discurso confesional inauténtico que intenta poner en funcionamiento el sujeto de nuestro estudio.

Frente a la experiencia de su inminente muerte, UL declara su obligación de "aclarar algunos puntos" (11) relacionados con su pasado. De modo que el texto se compone sólo de un número limitado de hechos asociados a su vida personal, pues se circunscribe exclusivamente a "algunos puntos". Además, tal necesidad de "aclarar" no es manifiestamente espontánea pues deviene del hecho de que hay alguien quien lo conmina a interrumpir la tranquilidad de su existencia: "Estaba en paz conmigo mismo. Mudo y en paz. Pero de improviso surgieron las cosas. Ese joven envejecido es el culpable. Yo estaba en paz. Ahora no estoy en paz" (11).

Para UL la confesión no surge como una necesidad de revelar de manera espontánea la verdad sobre un hecho o una experiencia pasada, sino que tal respuesta corresponde a una práctica discursiva que tiene como objetivo el "producir" una verdad que responde al emplazamiento explícito por parte del "joven envejecido".2 Su "confesión" es una construcción verbal forzada e ineludible y no el resultado de una necesidad moral anterior al acto de habla. En otras palabras, no es un enunciado desinteresado y franco sino una respuesta que surge como una petición previamente ordenada...

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