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  • Aproximaciones a la renovación estética de fin de siglo en Venezuela:El caso de Julián de José Gil Fortoul
  • Gabriela Escobar Rodríguez

José Gil Fortoul (1861-1943) ha pasado a los anales de la historia venezolana como el fundador de lo que Mariano Picón Salas denominó la nueva escuela histórica (129). A él se le adjudica, y con razón, la transformación de la historiografía venezolana de romántica a positivista. Con libros como Filosofía constitucional (1890), El hombre y la historia (1896) e Historia Constitucional de Venezuela (1909), Gil Fortoul inaugura el estudio sociológico de la historia en Venezuela, afianzado en métodos más cercanos a la ciencia que a la literatura. De esta manera rompe con la tradición romántica de escritores como Eduardo Blanco y Juan Vicente González quienes evocaban la historia de Venezuela como una especie de gesta épica en la que sobresalía de manera enfática el arrojo y valentía de los próceres y padres de la patria. Sin embargo, la crítica frecuentemente ha olvidado o dejado de lado la faceta literaria de José Gil Fortoul, quien se estrena como escritor con poemas y novelas y no con libros de historia.

Gil Fortoul, además de ensayista y novelista, tiene una larga y fructífera carrera diplomática que comienza en 1886 como cónsul de Venezuela en Burdeos, luego de haber obtenido el título de abogado en la Universidad Central de Venezuela. Una vez en Francia, Gil Fortoul se sumerge en la situación cultural europea leyendo y familiarizándose con todos los escritores y tendencias en boga en aquel momento. Muestra de esto son los escritos dedicados a la vida literaria en Francia que fueron agrupados y publicados en su obra póstuma Páginas de ayer. En estos textos se revela la admiración de Gil Fortoul por Émile Zola y los hermanos Goncourt y su disgusto con los cinco autores del Manifeste des Cinq1–a los cuales no nombra directamente–quienes [End Page 427] a pesar de ser discípulos del primero atacan a su maestro de manera "violenta y acre, acusándole de desnaturalizar, prostituir y qué sé yo qué más, el arte literario" (Páginas de ayer 167). En todo caso, en 1888, el escritor venezolano publica su primera novela, Julián (Bosquejo de un temperamento), en Leipzig, Alemania. Este texto no solo representa la iniciación del joven Gil Fortoul en la escritura de prosa, sino la condensación de sus lecturas en Francia y la ruptura con los tópicos románticos que habían tenido un protagonismo casi exclusivo dentro de la novelística venezolana.

El texto narra la historia de Julián Mérida, un joven de 22 años, que se traslada a Madrid para triunfar como artista. Experimenta un éxito rápido y fugaz entre los círculos de intelectuales de la ciudad que se reúnen alrededor del Ateneo de Madrid. Sus discursos son aplaudidos y su arte retórica elogiada; sin embargo, su falta de disciplina le impide concretar la gran obra consagratoria a la que tanto aspira. Poco a poco, Julián abandona la dedicación a las letras por el alcohol, las mujeres y la vida bohemia de Madrid. Tal canje le cuesta la vida pues muere al caer por la ventana de su cuarto en medio de una borrachera provocada por el ajenjo.

Al referirse a la narrativa venezolana de fin de siglo, Paulette Silva Bau-regard afirma que "a través de algunos datos paratextuales–como el subtítulo–algunas novelas de este período intentan entregar algunos lineamientos para su recepción al tiempo que muestran una voluntad de integrarse a las discusiones que se mantienen en el campo de las letras" (42). Desde este punto de vista, el subtítulo de Julián resulta sumamente revelador: Bosquejo de un temperamento. En 1867, Zola publica Thérèse Raquin novela que recibe duras críticas por parte de la prensa parisina, razón por la cual Zola coloca en la segunda edición de la...

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