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  • El nocturno musical, pictórico y literario:un espacio para la hibridez y la sinestesia.
  • Berta Guerrero Almagro

Introducción

Las artes plásticas, en su mayor perfección,han de convertirse en música y conmovernospor la inmediatez de su presencia sensorial.La poesía, llevada a sus cotas más altas, hade absorbernos tan poderosamente como lohace la música pero al tiempo, como las artesplásticas, envolvernos en una serena claridad.Este es, precisamente, el distintivo del estiloperfecto en todas y cada una de las artes: sercapaz de suprimir las limitaciones específicasdel arte en cuestión sin por ello destruir suscualidades específicas y, haciendo uso generosode sus peculiaridades concretas, ser capaz dedotarle de un carácter más general.

Friedrich Schiller

Poetas, músicos y pintores, son esencia igual enformas distintas; es su tarea traer a la tierralas armonías que vagan en el espacio de loscielos, y las concepciones impalpables que seagitan en los espacios del espíritu.

José Martí

El producto artístico se destina a la reflexión, al deleite o a la unión de ambas vertientes en una aurea mediocritas horaciana que tan satisfactoria puede resultar. Si el docere importa, también interesa el delectare. La experiencia artística satisface en la medida en que [End Page 128] completa al receptor, y cuando las vertiente artísticas se interrelacionan, tal acontecimiento incrementa su complejidad y, en gran medida, puede interesar a un público mayor debido a la cantidad de ámbitos abarcados, aunque plenamente disfrutarán los receptores formados en las distintas vertientes.

Los fragmentos de Schiller y Martí que encabezan este trabajo ponen de manifiesto una idea: la necesidad de que las artes no permanezcan en compartimentos estancos, distanciadas unas de otras, sino que cada ámbito artístico absorba características propias de otros. Tal es el punto de partida de este trabajo. La interrelación entre artes, lo cual supone una experiencia de tipo sinestésico, genera alicientes extra para el creador, pero también para el receptor. El interés se incrementa gracias a la comunión entre aspectos diversos; la hibridez resulta atrayente para músicos, poetas y pintores que, intercambiando aspectos creativos, pueden generar creaciones de potente interés. A lo largo de estas páginas se llevará a cabo una revisión de la interrelación entre las artes y el concepto de sinestesia; ello será concretado en un marco temporal –principalmente el siglo XIX, con ciertas evasiones al inicio del XX– y en un ambiente –el ámbito de la noche– que desemboca en una creación musical –el Nocturno– adoptada posteriormente por el terreno literario y las artes visuales. En un ambiente lóbrego donde los perfiles se difuminan y los objetos más rústicamente definidos se tornan borrosos emerge un tipo de creación que pretende dar cuenta de ello a través del sonido musical, del color y de la palabra.

«El arte verdadero nunca es puro», sostiene Hugh Honour en El Romanticismo (1981: 123); la sinestesia alcanza en el siglo XIX el estatuto de procedimiento artístico definitivo, la Gesamtkunstwerk en palabras de Wagner. Esta búsqueda de la obra total implica en su fondo una mezcla, una comunión de sentidos a la hora de producirla y percibirla. Existe, en la base de algunas composiciones que se producen, un concepto de sinestesia –entendiendo el término desde su acepción artística, que resulta ser la más amplia–. En este sentido, el eje del presente trabajo no se ciñe a la sinestesia entendida como padecimiento físico-psíquico ni como figura retórica. Se da una vuelta de tuerca más y, así, se presenta la sinestesia como unión, confluencia de sentidos y, un poco más lejos, como fusión de ámbitos artísticos. Entendiendo la sinestesia de manera amplia e incluso adoptando una concepción metafórica de la misma, es posible vislumbrar en el siglo XIX ejemplos excepcionales para ilustrarla. El Nocturno es uno de ellos.

La producción de Nocturnos musicales, pictóricos y literarios conlleva...

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