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  • Introducción
  • Javier Jiménez Belmonte (bio) and Nieves Romero-Díaz (bio)

¡Ay qué vena de inspiración floreciente no se marchitó aquel día! ¡Qué fuente de poesía no secó repentinamente la muerte!

Con estas palabras escritas en la segunda mitad del siglo XVI se lamentaba de la muerte de la poeta Catalina Paz uno de sus admiradores. El comentario no deja de ser significativo ya que pone en evidencia las dos facetas de la mujer en relación a la poesía durante ese período: el servir de “inspiración” para la poesía, siguiendo el dictamen del modelo petrarquista, pero también el de ser su “fuente”, según un modelo de excepcionalidad poética que se remontaba a la misma Safo y que, lastrado por esa misma excepcionalidad, solía confinar a la mujer poeta al margen de lo raro e insólito. Se trataba, como Julián Olivares y Elizabeth Boyce ya anunciaban en Tras el espejo la musa escribe. Lírica femenina de los Siglos de Oro (1993), de una mujer que hacía las veces de musa para los poetas al mismo tiempo de convertirse en escritora “tras el espejo”.

Casi veinticinco años han pasado desde la aparición del pionero volumen de Olivares y Boyce, el cual ha sido clave para el reconocimiento académico de la voz lírica femenina del Siglo de Oro español.1 Mucho se ha escrito desde entonces sobre el tema, pero mucho más queda aún por escribir. Con este número especial de la revista Calíope. Journal of the Society for Renaissance and Baroque Hispanic Poetry, pretendemos seguir indagando en ese doble papel de la mujer en el campo poético aurisecular, como musa y poeta. Los ensayos que lo componen aspiran a ampliar nuestro conocimiento de la poesía de la época dilucidando sobre la importancia de la presencia femenina, como inspiración y fuente, en ese nudo histórico y literario, ya sea a través del estudio de las formas de participación y distribución poéticas como de la sociabilidad e intertextualidad entre los/as poetas. Hay que añadir que este volumen no habría sido posible sin la colaboración de dos organizaciones que, durante años, y a través de sus congresos bienales, han servido de plataforma para que muchos investigadores pudieran ir dando [End Page 7] a conocer sus trabajos sobre este área de estudio. Se trata del Grupo de Estudios sobre la Mujer de España y las Américas (pre-1800) (GEMELA) y la Society for the Renaissance and Baroque Hispanic Poetry (SRBHP), organizaciones ya de renombre internacional que por primera vez han colaborado en una publicación y que, esperemos, no será la última.

Más estoy para llorarla que para describirla

Así habla de Dulcinea, la musa de las musas de la literatura española, don Quijote de la Mancha (I, 32). Es la amada, la culpable de penas y miserias, la dadora de vida, a veces objeto de burlas y, otras veces, motivo de una larga lista de desdenes. El proceso de idealización que Miguel de Cervantes ilumina en esa ensoñación quijotesca incide en la naturaleza fantasmática de Dulcinea, en su calidad de constructo masculino y, de paso, de parodia de todas las Beatrices y Lauras que poblaron el imaginario poético europeo a la sombra de las de Dante y Petrarca. La poesía de corte petrarquista, tan popular en el siglo XVI español, codifica y, en última instancia, deshumaniza a la mujer, siguiendo así una tradición amorosa y retórica que se ha convertido en modelo para la voz masculina a lo largo de los siglos; tradición que pone de relieve “la omnipresencia de un sistema patriarcal” (Cruz, “Estudios” 256) y que reduce la posibilidad de la mujer de convertirse en sujeto poético al reivindicarla como “inspiración floreciente” del poeta y su poesía.

Ello no impidió, sin embargo, que a lo largo de los siglos XVI y XVII la mujer-musa pudiera convivir con la mujer-“fuente de poesía”, como...

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