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Reseñas 85 D D D D D suyo. Carrillo, que fue nombrado arzobispo de Granada en julio de 1641, no llegó a Granada hasta el 2 de febrero de 1642. Nada impide, sin embargo, que en su primer mes en la sede apostólica granadina Carrillo encontrara (y puede que hasta buscara) algún documento de su predecesor, el arzobispo y presidente de Castilla Fernando de Valdés, a quien se había consultado para la prisión de Quevedo. Valdés falleció en el cargo, de modo que no es descabellado pensar que algún rastro documental relativo a la prisión quevediana pudiera encontrarse en Granada a la llegada de Carrillo. Crosby también afirma que el memorial parece indicar que Quevedo conoció la identidad de su delator pero lo que el memorial describe, muy genéricamente, es a un “hombre exquisitamente malo, a quien defiende de padecer mi defensa justa el silencio de su nombre” (427; énfasis mío). Como reconoce Crosby en otro apartado de la introducción (64), Quevedo pudo saberse preso por una delación “de un testigo singular de oídas”, como lo describe Quevedo en un memorial al Rey (número 45) sin saber, necesariamente, el nombre del delator. Esto es lo más plausible, a la vista de estas y otras cartas posteriores (100 y 110, ambas a Francisco de Oviedo) en las que Quevedo parece desconocer que fue el duque del Infantado. Igualmente opinables son los argumentos avanzados para dar por apócrifo el memorial a Felipe IV “Señor: Don Francisco de Quevedo ha tres años y más…” (55-56). En Nuevas cartas de la última prisión de Quevedo el insigne y fecundo quevedista que es Crosby nos ha dado, una vez más, muestras sobradas de su inusual calibre como investigador. La deuda para con él de los estudios quevedianos sigue aumentando y los méritos y aportaciones de la obra aquí reseñada tienen un valor inestimable. El rigor filológico de la edición es encomiable. Baste decir, en fin, y no es poco, que con esta obra Crosby ensancha, de manera significativa, el corpus textual quevediano. CarlosM.Gutiérrez University of Cincinnati Gálvez de Montalvo, Luis de.El pastor de Fílida. Edición, introducción y notas de Julián Arribas Rebollo. Valencia: Albatros-Hispanófila Siglo XXI, 2006. PB. 488 pp. ISBN 8472742733. A much anticipated critical edition of El pastor de Fílida has finally been published, and with it comes a wealth of information about textual and contextual matters in Julián Arribas’s thorough and detailed work. The text, based on the princeps (Madrid, 1582), is tied 86 Reviews D D D D D into a meticulous collation with all other editions: 1589, 1590, 1600, 1613, and 1792 (Juan Antonio Mayáns y Siscar). There are three twentieth-century impressions based on the Mayáns version. For each printing Arribas artfully reproduces the frontispiece, the preliminary matter, the text and its dimensions, the filigree (if any), and the sites where all copies may be located. This carefully constructed layout is followed by elucidating observations about each text. We learn, for example, that the library of the Real Academia Española possesses the only copy of the first edition, and that by scrutinizing the printers’ corrections in subsequent impressions, it appears that those editions were derived from corrected versions of the original. Arribas underlines the Madrid, 1600 printing as the guide for the Mayáns (1792) and the Menéndez Pelayo (Madrid, 1907) revisions, both of which constitute the basis for the few critical studies and the many brief published comments on the novel up to the present time. The Mayáns project was the first to modernize the orthography, making the book more accessible to readers. The arduous work of comparing all the impressions brings forth a stemma that connects the 1600, 1613, and 1792 versions that share the prominent features of Arribas’s edition. Finally, his elaborate critical apparatus consists of footnoting all editorial variants alongside the errors of the princeps. This protracted and exhaustive labor yields a text that Arribas may claim is...

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