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¿QUÉ CAPTAS, NOCTURNAL, EN TUS CANCIONES...? EDICIÓN Y ESTUDIO DE UN SONETO ANTIGONGORINO DE QUEVEDO Rodrigo Cacho Casal University of British Columbia L a tortuosa relación entre Góngora y Quevedo dejó varias muestras de una enemistad que a menudo trasciende lo literario. Ambos autores se intercambiaron poemas satíricos, donde los insultos personales se mezclan con ataques debidos a planteamientos estéticos divergentes. Estas obras, que circularon fundamentalmente de forma manuscrita, presentan en ocasiones dudas de autoría y numerosos problemas textuales1 . Es el caso del soneto antigongorino de Quevedo “¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones . . .?”, que aquí me propongo editar y estudiar. A partir de 1613 se difundieron el Polifemo y las Soledades, que conocieron un gran éxito y dieron lugar a una de las polémicas más destacadas de la literatura española2 . Los experimentos lingüísticos y estilísticos de Góngora encontraron encendidos defensores y detractores, que se cruzaron un número incontable de juicios, papeles, exposiciones y pasquines. Además, muy pronto empezaron a aparecer escritos paródicos, donde se ridiculizaban los cultismos y la sintaxis enrevesada de los poemas gongorinos. Quevedo también participó activamente en este enfrentamiento y compuso diferentes parodias, como la Aguja de navegar cultos o la Culta latiniparla3 . El soneto “¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones . . .?” se inscribe en esta serie de burlas al gongorismo. Su autoría no ofrece demasiadas dudas, pues de los once manuscritos conocidos que lo recogen, siete lo atribuyen a Quevedo4 . Cabe destacar también que, después de “Vuestros coplones, cordobés sonado” (Op, núm. 831), se trata del poema quevediano contra Góngora del que se conservan más testimonios, lo cual parece indicar que tendría una difusión considerable. Su fecha aproximada de composición puede deducirse del tercer verso, donde se incluye el neologismo garcivolar (“cuanto anhelas más garcivolallas”) para aludir a la Garza del poeta cordobés. Este título parece referirse a las octavas gongorinas escritas para el certamen poético de las fiestas de la beatificación de San Francisco de Borja (1625), en el cual se dio por jeroglífico la garza: “Ciudad gloriosa, CALÍOPE Vol. 10, Number 2 (2004): pages 51-71 52 Rodrigo Cacho Casal D D D D D cuyo excelso muro” (Obras completas, núm. 399)5 . De hecho, en “¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones”, Quevedo incluye también el cultismo tirón (“vates tirones”, v. 8) usado por Góngora en estas octavas: “Religioso tirón” (v. 25). Resulta una voz bastante llamativa y el poeta andaluz la utilizó únicamente en esta ocasión6 . Estos datos situarían el soneto quevediano tras 1625, en una fase algo tardía de la controversia en torno a Góngora, quien murió en 1627. En “¿Qué captas, nocturnal, en tus canciones”, Quevedo parodia el estilo culto de Góngora y, al mismo tiempo, lleva a cabo una dura invectiva personal contra su rival. Para conseguir estos objetivos emplea un lenguaje complejo y oscuro, plagado de latinismos y neologismos jocosos. Muchas de estas voces están tomadas directamente de las obras gongorinas, pero otras tienen una procedencia diferente. Muy probablemente, Quevedo se apoyó en la literatura burlesca italiana que había ridiculizado la lengua afectada y latinizante de los pedantes (‘pedagogos’). A partir del éxito del Pedante (1529) de Francesco Belo, en numerosas comedias del Renacimiento se introduce este personaje grotesco que habla mezclando el italiano con el latín. A esta tradición pertenecen también los poemas ‘fidencianos’ de Camillo Scroffa y sus Cantici di Fidenzio, sobrecargados de cultismos y cómicas reminiscencias petrarquistas, que conocieron varias reediciones desde la primera mitad del siglo XVI, acompañadas siempre de un apéndice de poesías similares hechas por sus imitadores. Este abundante conjunto de obras paródicas tuvo que condicionar la composición de éste y de otros sonetos quevedianos dirigidos contra Góngora7 . Una consecuencia casi inevitable de la complejidad de estos versos antigongorinos de Quevedo es el número elevado de variantes y errores que contienen los diferentes testimonios que los transmitieron. El copista se encuentra ante unos textos de ardua comprensión...

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