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Montemayor, Jorge de. Omelías sobre Miserere mei Deus. Ed. Terence O’Reilly. University of Durham, 2000 (Durham Modern Languages Series, HT2). x + 126 pp. ISBN 0-90731-047-8. La poesía religiosa de Jorge de Montemayor (ca. 1525-1561) constituye un singular testimonio de los tortuosos senderos por los que hubo de circular la espiritualidad y su expresión literaria (poética en este caso) a mediados del XVI. La vena poético-religiosa del autor de La Diana se manifestó tempranamente en opúsculos como la Exposición moral sobre el psalmo LXXXVI (Alcalá de Henares, 1548) o el Cancionero de las obras de devoción de Jorge de Montemayor (Valladolid, 1552). Luego quedó plenamente confirmada en la nutrida sección religiosa de Las obras (Amberes, 1554), que contenía poesía octosilábica e italianizante. Ese corpus sería poco después revisado (con supresiones y adiciones de importancia) y editado como volumen independiente con el título de Segundo cancionero espiritual (Amberes, 1558). La prohibición de estos versos devotos en el Índice valdesiano de 1559 vino, sin embargo, a truncar su carrera editorial, que sólo parcialmente se reanudó en el siglo XX con la publicación por parte de Á. González Palencia (El cancionero del poeta Jorge de Montemayor, Madrid, 1932) de la producción recogida en el volumen de 1554. Más recientemente, Juan Bautista de Avalle Arce, con la colaboración de Emilio Blanco, ha reunido, por fin, en un mismo volumen los poemas de 1554 y los de 1558 (Jorge de Montemayor, Poesía completa, Madrid, 1996). Siendo ya accesible el grueso de la poesía devota de Montemayor, llega el momento de ofrecer a los lectores interesados ediciones más cuidadas desde el punto de vista filológico e histórico-literario. En esta línea—a la que próximamente contribuiremos con una amplia antología, profana y devota, Elisabeth Rhodes y quien suscribe— hemos de enmarcar el presente trabajo de Terence O’Reilly. Estudios diversos (de Marcel Bataillon, Michel Darbord, Bryant L. Creel o Elisabeth Rhodes, entre otros) han señalado que, dentro de su abundancia, el corpus religioso de Montemayor resulta desigual, oscilando entre lo tradicional y lo innovador tanto literaria como espiritualmente. Se impone, por tanto, la necesidad de resaltar ciertos rasgos que corren el riesgo de quedar un tanto velados. Y ese es justamente el resultado al que llega la muy acertada opción tomada por O’Reilly: presentar, editar y anotar una de las composiciones más relevantes del autor, tanto por su extensión como por su planteamiento y ejecución. REVIEWS CALÍOPE Vol. 9, No. 2 (2003): pages 103-119 104 Reviews D En las Omelías sobre Miserere mei Deus convergen, al menos, dos factores dignos de realce: su entronque, vía Savonarola, con el meollo de los debates espirituales de la época (el beneficio de Cristo), y su carácter de ensayo pionero en la adaptación poética de los salmos al castellano en el cauce de la nueva métrica italianizante. Ambos aspectos son adecuadamente analizados en la Introducción, sucinta y clarificadora al mismo tiempo, de Terence O’Reilly. Por lo que hace al primero, todo parte de un hecho señalado en su día por Marcel Bataillon: que el poema de Montemayor tiene como fuente la traducción castellana de la meditación sobre el salmo Miserere mei, Deus que compuso Girolamo Savonarola en 1498; dicha versión fue auspiciada por el cardenal Cisneros y gozó de amplia difusión entre 1511 y el Índice de 1559. La tesis de O’Reilly es que tal popularidad se debió al creciente interés por la doctrina en torno al beneficio de Cristo, al tiempo que las preocupaciones de los autores espirituales de nueva hornada (Juan de Ávila, Luis de Granada, Bartolomé de Carranza) se alejaban de la philosophia Christi de Erasmo para acercarse a la sola fide luterana. Que Montemayor —que al parecer se comunicaba con los dominicos carrancistas de San Gregorio (Valladolid)— era consciente de lo resbaladizo del terreno que pisaba, se deja ver en sus intentos por atemperar el alcance de ciertas...

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