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RESEÑAS 135 Espinosa, Pedro de. Poesía. Ed. Pedro Ruiz Pérez. Madrid: Castalia, 2011. PB. 445 pp. ISBN: 978-84-9740-412-9 En un tiempo donde aún “corrían los manuscritos” –reciclando el atlético título que Fernando Bouza brindó a su Historia cultural del Siglo de Oro (Madrid: Marcial Pons, 2001)– y las hortensias de la poesía brotaban libres, salvajes, pero también solas, en los jardines del Imperio, Pedro Espinosa tuvo el coraje de recogerlas –sinónimo de imprimirlas– en un esponjoso bouquet. De hecho, la publicación de sus Flores de poetas ilustres (1605) marcó un antes y un después en la composición de los libros de versos y hasta en el canon (nonato, por no antologado) del Barroco. Aunque esta floresta goce ahora de monografías que nos aclaran el verdadero manifiesto estilístico que allí se encerraba –Belén Molina Huete. La trama del ramillete. Construcción y sentido de las Flores de poetas ilustres. Sevilla: Fundación Lara, 2003; la edición por parte de la propia Molina Huete (Sevilla: Fundación Lara, 2005), o la de Inoria Pepe y José Mª. Reyes (Madrid, Cátedra, 2006)–, más de un nombre de entre los reunidos por el antequerano ha disfrutado de poca o ninguna resonancia. Y lo paradójico –fatum proverbial que persigue al gremio de los antólogos– es que en fechas recientes tanto Luis Martín de la Plaza (Ed. Jesús Morata. Málaga: Diputación Provincial, 1995) como Agustín de Tejada Páez (Ed. María Dolores Martos y José Lara Garrido. Sevilla: Fundación José Manuel Lara, 2011; María Dolores Martos. El caracol torcido: la obra poética de Agustín de Tejada Páez. Málaga: Universidad, 2011), dos plumas notables de la hermandad antequerana, se hayan convertido en punto de mira crítico, mientras que los versos de Espinosa seguían durmiendo el sueño de los justos desde la edición de Francisco López Estrada (Madrid: Espasa Calpe, 1975). Juicio no extensivo, eso sí, al análisis de varios de los poemas que nos legó el también conocido como Pedro de Jesús: Belén Molina. Tras la estela del mito: texto y recepción de la «Fábula del Genil» de Pedro Espinosa. Málaga: Universidad, 2005; y Tania Domínguez. Hermenéutica del discurso poético-espiritual de Pedro Espinosa. Málaga: Universidad, 2008, principalmente. Quien conozca los últimos ensayos de Pedro Ruiz –Entre Narciso y Proteo. Lírica y escritura de Garcilaso a Góngora. Vigo: Editorial Academia REVIEWS 136 del Hispanismo, 2007; y «Hacedores del Parnaso», capítulo de su La rúbrica del poeta. La expresión de la autoconciencia poética de Boscán a Góngora. Valladolid: Universidad, 2009. 133-267– enseguida descubrirá que esta edición nos llega marcada por su interés hacia los modelos librescos –siempre de la mano de los poéticos–, el campo literario, a la zaga de las tesis de Bourdieu, que han arraigado (obstinadamente) en España, las estrategias de canonización y, en buena lógica, la revolución que supuso la imprenta. Con otras palabras: su introducción a la Poesía completa de Espinosa poco tiene que ver con la de López Estrada y menos aún con los escolios de Lumsden. Sin que por ello resulte iconoclasta. El trabajo de Ruiz Pérez depura zonas tan lagunosas como el orden de los textos, su transmisión y la fortuna del testimonio Florilegio poético de la Biblioteca Central del CSIC (signatura RM-5177), al tiempo que se antoja ligado a sus investigaciones desde el año 2009. Porque la génesis de este nuevo Espinosa, en lo que atañe a la dispositio de las trovas y a sus causas, radica en un par de artículos del mismo estudioso: 1) “Renovación del orden genérico: las Flores de poetas ilustres (1605)” en Calíope 9.1 (2003): 5-33; y 2) “Pedro Espinosa: cuestiones de transmisión, fortuna crítica y poética histórica” en Studia Aurea 1 (2007). De este...

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