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PANCRACIO DE RONCESVALLES PRENDADO DE PRECIOSA: REALIDAD Y CANON POÉTICO EN LA SOCIEDAD CERVANTINA DE LA GITANILLA Y EL VIAJE DEL PARNASO J. David Jerez-Gómez California State University, San Bernardino E n el propósito de presentar los diferentes contextos sociales en los que la literatura se leía y consumía durante el Siglo de Oro, La gitanilla se erige como uno de los motivos literarios más representativos del papel de la poesía en su ambiente cotidiano. Las calles y plazas de la sociedad áurea se convierten en escenarios para la representación y lectura en voz alta de la poesía en sus formas más popularizadas entre el público oyente del momento. Con frecuencia acompañada de música y baile, o a veces tan solo estampada en las paredes, la poesía toma vida cuando es interpretada por un hábil cantor, tal como la gitanilla pintada por Cervantes en su novela ejemplar. Como en ella nos muestra, el género poético circulaba entre las manos y la voz de un diverso y heterogéneo auditorio, tanto vulgar como privilegiado. Cervantes, testigo singular de las costumbres y gustos de su época, nos ofrece un certero registro de algunos de los usos funcionales a los que la poesía se prestaba. Como prueba de ello, así como de la interacción literaria entre diversas capas sociales, tomemos las palabras del personaje principal, la joven gitana Preciosa, que le dirige al poeta, Clemente, quien quiere que ella difunda y cante sus versos: “y si quisiere que se los pague, concertémonos por docenas, y docena cantada, y docena pagada; porque pensar que le tengo de pagar adelantado es pensar lo imposible” (La gitanilla 40). De tal modo, una vez establecido el intercambio, la poesía del paje Clemente será transmitida anónimamente, compartida y disfrutada por diferentes estamentos sociales, en muchos de los casos a cambio de una retribución económica.1 CALÍOPE Vol. 15, No. 2, 2009: pp. 47-64 48 J. David Jerez-Gómez ! ! ! ! ! Cervantes nos presenta así la relación poética mercantil que quedaba establecida entre el escritor culto y su auditorio popular que, a su vez, se convertiría en transmisor de su poesía. La voz popular receptora y difusora de versos, representada en la de la gitanilla Preciosa que es metáfora del género poético en sí mismo, y la pluma de Clemente, constituyen la imagen cervantina de una realidad habitual de su época en la que el mismo autor participa con esa innumerable poesía, hoy por hoy perdida. Como afirma Cervantes en su Viaje del Parnaso sobre su producción poética entregada a las masas y que en su gran mayoría no ha llegado a nuestros días: “Yo he compuesto romances infinitos,/ y el de Los celos es aquel que estimo,/ entre otros que tengo por malditos” (Viaje del Parnaso, Cap. IV, 103)2 ; a lo que podríamos añadir las palabras de su prólogo a las Novelas ejemplares para reconsiderar la naturaleza de la poesía como género oralizante y efímero, y explicar así la desaparición de textos: “y de otras que andan por ahí descarriadas, y, quizá, sin el nombre de su dueño” (51). Podemos así intuir en la figura de Clemente el eco del aspirante poeta Pancracio de Roncesvalles que en encontraremos en la Adjunta al Viaje del Parnaso, y a su vez interpretar a ambos como dramatis personae del propio Cervantes y su relación con la poesía en sus diversas manifestaciones sociales en su tiempo. Como esbozo de Pancracio y Clemente, Cervantes ofrece al final del Viaje unas pinceladas sobre este poeta entre intelectual y callejero mediante la descripción de dos tipos sociales ausentes en su famosa y burlesca lista del Parnaso: Un cierto mancebito cuellierg[u]ido, en profesión poeta, y en el traje a mil leguas por godo conocido, lleno de presunción y de coraje me dijo: —Bien sé yo, señor Cervantes, que puedo ser poeta, aunque soy paje. Cargastes de poetas ignorantes, y dejástesme...

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