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  • La construcción del yo femenino y de la feminidad en el Modernismo:El caso de Alma Rubens1
  • Milena Rodríguez Gutiérrez

Alma Rubens constituye un caso extraño y singular dentro de la poesía cubana. Los veintitrés poemas que se le conocen, ubicados dentro de la etapa menos airosa del Modernismo, esa a la que Federico de Onís dio en llamar Postmodernismo, nunca fueron recogidos en libro. Esos poemas se publicaron en diversos periódicos y revistas de la isla a lo largo de una década, entre 1912 y 19232 y allí permanecieron, olvidados, hasta la tardía fecha de 2004 en que el crítico cubano Alberto Rocasolano los publicara bajo el título de Poemetos de Alma Rubens.3 Pero Alma Rubens no sólo no llegó a reunir sus poemas, sino que tampoco consiguió tener una existencia real, más allá de la construida a través de sus textos. Y es que Alma Rubens no es más que el heterónimo femenino del poeta cubano José Manuel Poveda (Santiago de Cuba, 1888–Manzanillo, Oriente, 1926), también periodista, autor de numerosas crónicas, de una novela inacabada y perdida, Senderos de montaña, que no llegó a editarse y, sobre todo, del único poemario que publicó en vida, Versos precursores (1917), considerado un libro fundamental de la poesía cubana de principios del siglo xx, junto a Arabescos mentales (1913), de Regino Boti, y Ala (1915), de Agustín Acosta.

Poveda era mulato y había nacido en provincia. Dos circunstancias que dejaron huellas en su vida y en su obra. Dos circunstancias que acaso influyeron [End Page 281] en la creación del heterónimo y provocaron, sobre todo, que Poveda nunca desvelara quién era realmente Alma Rubens, ese misterioso personaje al que le atribuyó la circunstancia de escribir en francés (él sería, supuestamente, su traductor, descubridor y crítico), además de una nacionalidad doble: la francesa y la cubana. Alma Rubens podría ser vista como la máscara de Poveda, y el sofisticado medio que utilizó para tachar su alma cubana y colocar en su lugar un alma francesa, su alma otra, su alma . . . Rubens (Rodríguez Gutiérrez, "La negación"), haciendo realidad ese principio que él mismo estableciera en cierta ocasión firmando, en ese caso, con su propio nombre: "Somos dos, cuando no innumerables. Poseemos de dos almas en adelante" (Poveda, "En acecho" 12). En los varios artículos que escribió sobre Alma Rubens, Poveda la comparó con otros dos cubano-franceses y francófonos en su escritura: el célebre parnasiano José María de Heredia, autor de Los Trofeos, y Augusto de Armas, ese raro al que Rubén Darío dedicó uno de sus artículos.4 De ambos, Poveda afirmaba: "ninguno fue cubano, ninguno fue efusivo, pasional, comunicativo, sollozante al modo antillano" ("La personalidad" 53). Para Poveda, Alma Rubens constituía así "la negación del alma cubana de hoy" ("La personalidad" 53). Y hacía esta afirmación con entusiasmo, como quien hace un elogio, o señala un mérito (Rodríguez Gutiérrez, "La negación").

La creación de Alma Rubens supuso entonces, para el autor de Versos precursores, su modo peculiar de ser otro (u otra) y en otra parte. Su modo de seguir, e incluso ir más allá de uno de sus principales maestros, Julián del Casal, modernista afrancesado que escribía en "Nostalgias," uno de sus poemas más conocidos, incluido en Nieve:

Suspiro por las regionesdonde vuelan los alciones            sobre el mar,y el soplo helado del vientoparece en su movimiento            sollozar;donde la nieve que bajadel firmamento, amortaja            el verdorde los campos olorososy de ríos caudalosos            el rumor.

(135)

Pero, provinciano y mulato, ¿podía Poveda confesar del mismo modo su deseo hacia lo foráneo, su cansancio del trópico, su amor por la Francia de [End Page 282] Baudelaire?; ¿podía permitirse reescribir con su propio nombre los versos de Casal? Él mismo parece contestarnos con estas palabras escritas a Regino Boti en...

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