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Reviewed by:
  • Luz de agua by María Ester Chapp
  • Marina Martín
Luz de agua. Chapp, María Ester. Buenos Aires: El Mono Armado, 2014. Pp. 70. ISBN 978-9-87184-668-9.

Con Luz de agua, su tercer volumen de poemas, la escritora bonaerense María Ester Chapp vuelve a enriquecer de manera singular la lírica hispana contemporánea. Esta editorial, sencilla y elegante, publicó también de la misma escritora La sed (2005) y El ojo peregrino (2008), dos poemarios en nada iniciáticos o experimentales en los que, junto a su hondura y madurez, se percibe una extraordinaria sensibilidad lírica. María Ester Chapp comenzó publicando investigaciones como socióloga, pero su obra fue decantándose progresivamente hacia la lírica. En la década de los 90 sus poemas aparecen ya en diversas antologías; en traducciones al inglés, al catalán, al rumano, y en reconocimientos públicos donde obtienen merecidos premios. A su vez, dirige y coordina "La Metáfora Ardiente: Ciclo de Encuentros de Poesía", clara muestra de su genuina dedicación.

Luz de agua enfatiza, además de continuar, el peregrinaje epistemológico y existencial presente en la trayectoria poética de esta escritora. Estilísticamente, reaparece aquí una voz monologada que fluye, sin puntuaciones, en una sucesión intuitiva de metáforas; en una cadena de imágenes donde se funden sensaciones e ideas que desembocan, unívocamente, en la contundencia de un verso final a modo de revelación, de golpe concluyente, o de pregunta. Es la voz de un yo lírico e intimista; un yo que asume en su navegación existencial otros yoes, una entidad plural que viaja en el tiempo y en el espacio a través de las genealogías, del exilio, o del mito bíblico.

Como sugiere el mismo título, abunda este poemario en imágenes acuáticas. Así lo indican dos de sus partes "Navíos", y "Cuerpo de río", como también "Pleamar", "Nilo", y "Vuelvo al mar", poemas incluidos en "Ley Mayor", la parte más extensa del volumen. En Luz de agua, el yo lírico se instala frecuentemente con voz de mujer en navíos que emigran y que, en una sucesión de vidas y muertes, surcan el Atlántico fraguando su identidad en un peregrinaje desde Rusia: "noches de altamar / vientres creciendo / la palabra América / barco donde tejieron / memorias de cereal" (15). Navegando por mares y ríos, las imágenes del poema van delineando una búsqueda, un viaje cósmico de interrogaciones. A semejanza de su obra anterior, la voz lírica e intimista sigue siendo en gran parte la voz sin tiempo de un yo plural. Navegando ríos de Heráclito, el poema se interna en los naufragios del dolor, en la belleza de los Salmos, de los mitos homéricos, o de la música; es una voz navío, que surca el Nilo, o el Paraná; es un discurso que evoca la magia de Benarés y su sagrado Ganges. Bien surque intemperies y tormentas, o bien se dirija a claros horizontes, la voz poética se instala en un incesante viaje: "el arco iris en la piel/en aquel barco yo no estaba/ni en seca pampa pan cebolla/alarido de ciclón/hace tanto/he muerto varias veces/otras tantas renací" (16).

También es verdad que aparecen aquí marcas cronológicas, ausentes en los anteriores poemarios. La magia de la voz intemporal que suele caracterizar dicha lírica no se elimina en Luz de agua, ya que sigue estando presente, pero esta vez el discurso poético viene marcado por coordenadas espacio-temporales específicas. Así por ejemplo "1905", poema inicial de tono narrativo, evoca un viaje migratorio desde Kiev: "alguien canta/el fondo de las cosas/se agitan en mí esos tiempos/heridas de antes/tiendo a sus ecos un puente" (13).

A su vez, "1968" recrea, por medio de alusiones a poetas y músicos norteamericanos, la intensidad de los años 60 en Estados Unidos. También el espacio, a diferencia de los poemarios anteriores, llega...

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