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  • Una cultura de invernadero: trópico y civilización en Colombia (1808-1928) by Felipe Martínez Pinzón
  • Carlos Abreu Mendoza
Una cultura de invernadero: trópico y civilización en Colombia (1808-1928) Iberoamericana / Vervuert, 2016 por Felipe Martínez Pinzón

La lectura de este magnífico libro de Felipe Martínez Pinzón me hizo pensar en los versos de "En el campo" de Julián del Casal que exaltan la estéril impureza de la ciudad. Este poema, tantas veces celebrado como emblema del gusto modernista por las fantasías suntuosas y las mercancías de lujo, supone también un punto de partida para repensar la imaginación territorial de la modernidad latinoamericana que el libro de Martínez Pinzón estudia de manera brillante y rigurosa a partir del caso de Colombia. Frente a la exuberancia de "las selvas tropicales," el poema de Casal dice preferir "los sombríos arrabales / Que encierran las vetustas capitales," para proponer, en el contraste del siguiente terceto, una estética de la desnaturalización artística que desprecia el capital simbólico de la naturaleza: "A la flor que se abre en el sendero, / Como si fuese terrenal lucero, / Olvido por la flor de invernadero." Martínez Pinzón encuentra en este espacio artificial, incorpóreo e inmunizado del invernadero una de las claves para leer la evolución del pensamiento civilizatorio en Colombia desde comienzos del siglo XIX hasta principios del XX. Siguiendo el juego de imágenes que propone el autor, cabría decir que la nación se convierte tanto en la planta cultivada como en el recinto donde las élites proyectan textualmente las condiciones ambientales adecuadas para favorecer su cultivo, creando de este modo una serie de fantasías deforestadoras, regeneracionistas, agroexportadoras e higienistas que, todavía hoy, determinan el destino del país.

La historia de esta utopía climatológica comienza con José de Caldas, de quien se ocupa el primer capítulo del libro. A partir del análisis de una serie de ensayos del intelectual neogranadino, Martínez Pinzón revela el rol de Caldas como padre fundador del pensamiento antitropical colombiano que se concreta en el deseo de borrar el exceso del trópico. Los textos de Caldas sientan los pilares de una mirada del paisaje que se convertirá en hegemónica dentro de la cultura nacional: una especie de ojo sin cuerpo que atraviesa todo el territorio y construye una "máquina climatológica" que el autor define como ficciones de totalidad que muestran "al cuerpo como un mero producto del clima" (31). Este análisis de la importancia que tuvo el pensamiento caldasiano para la imaginación nacional reconoce su deuda con el trabajo de la antropóloga Margarita Serje, especialmente la disquisición sobre la altura de los Andes como el espacio desde el que se piensa la civilización como un proyecto sedentario que se encamina al telos del progreso a costa de la selva y la llanura, que serían su reverso primitivo e inhabitable.

El segundo capítulo se concentra en varios textos de José María Samper que narran su viaje a Europa y acomodan el mapa caldasiano a la imaginación espacial de las reformas liberales de mediados de siglo. Este análisis tiene el mérito de señalar la singularidad de Samper dentro del marco más amplio del liberalismo colombiano del XIX y el más estrecho de "los hombres del 48," que conforman la primera generación nacida durante la época republicana. Asimismo, el enfoque en Samper permite recuperar una figura fundamental para contextualizar la diversidad de los proyectos civilizatorios que definen el siglo XIX y se suma al trabajo de investigadoras como Patricia D'Allemand y Carolina Alzate, quienes han abierto un campo para que la historia colombiana se estudie en relación con otras regiones que han recibido mayor atención por parte de [End Page 293] la comunidad académica. El capítulo se concentra en los diarios de viaje de Samper para contraponer la mirada del viajero—que se presenta como observación empírica del exceso de los cuerpos...

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