Entre Escila y Caribdis: La travesía del ensayo latinoamericano

El sendero de la teoría a la práctica se bifurca en mil y una noches. En la encrucijada de la palabra y su lugar de enunciación, el devenir de la voz raramente es un galardón concedido por una sociedad benévola o compasiva. Una voz emergente es consecuencia de intrincadas negociaciones de género, etnia, edad, fe o clase previamente impensables. En la producción de una voz, el visionario enfrenta normas sociales y una vorágine de posibilidades y signos. Las constelaciones sociales, estéticas y políticas emergen del mar de significados que funda las simientes de toda matriz epistemológica o cultural.

El género ensayístico latinoamericano ha navegado el autoritarismo de una figura autoral y el vértigo de significaciones que nutre el lenguaje. En instancias, ha generado lugares de enunciación previamente impensables. Estas modalidades de ser-en-el-mundo navegan entre la constitución de lo actual y la potencia de lo in-imaginado. Nuestros sueños constituyentes son "la actividad estética más antigua" (Borges, "La pesadilla" 241). Presuponer y anhelar un futuro engendrado desde su presente requiere la producción de una ficción imaginada como realidad, y reformar y nutrir nuestras constelaciones sociales involucra asumir instituciones constituidas y validadas por una comunidad. El objetivo del artículo es revertir la aparente desilusión en significar lo Real, en ocasiones malinterpretada como infecunda, y retornar a nuestros ensayistas para precisar como han navegado la constitución de lo actual y la potencia de un futuro soñado.

Existe un cierto pesimismo en nuestros días en torno a la edificación de visiones alternas del mundo. Por ejemplo, el privilegio del lenguaje en teoría crítica alemana, la deconstrucción francesa y una tradición analítica ha desembocado en un vórtice entrópico en el cual la actividad intelectual y filosófica es "apparently a self-critical refutation of its own hegemonic claims to a Real that is located outside its reach" (Esposito 5). Este ensayo argumenta que es un pesimismo mal enfocado y que el límite de lo pensable debiese en vez interpretarse como una apertura al torbellino de lo posible. La producción de una visión futura, asentada sobre especificad local y atenta a procesos macro históricos, regenera la intersección de estética, sociedad y política.

En la travesía de la teoría a la práctica, el ensayista navega entre la autoridad de su palabra y una vertiginosa heterogeneidad de matrices culturales y epistémicas. El subgénero ensayístico es dialógico y apunta a ser leído o escuchado en una sesión, como el sermón académico, el cuento o el artículo periodístico. La conversación desdobla el comentario autoral, la colectividad nacional, la meditación filosófica, la función intelectual, la política o la crónica. En instancias, el ensayo canibaliza el dialogismo Baktineano o la totalidad abstracta de Lukács. En el siglo diecinueve, nuestros ensayistas hispanoamericanos ambicionan transformar la sociedad con "programas de reforma" (Skirius 13). Luego de las revoluciones Americanas y las crisis Europeas de comienzos del siglo veinte, los ensayistas modestamente reenfocan la tarea y participan de la redefinición de un mundo globalizado. En este siglo, el ensayo tiende a la enunciación de problemáticas globales y subjetivas con miras a proponer políticas culturales que, posiblemente en un futuro cercano, sean vivenciadas como realidad.

El visionario contrapone el poderío de su voz autoral y el vértigo del lenguaje. Forjando la ilusión de un aparte teatral, su fecunda voz penetra y genera memorias y ficciones personales y colectivas que exceden toda interpretación normativa. La mujer u hombre que anhelase imaginar, descubrir o producir una modalidad de vida alterna, desde el habla Aristotélica, la expresión del sujeto moderno a la no-persona de la teología de la liberación, enfrenta así la autoridad de una visión estética y el vértigo corrosivo que emana del lenguaje...