La crueldad literaria del rey Gaulo en Cárcel de amor de Diego de San Pedro

La labor humanística de figuras prominentes del siglo XIV y XV en la Península Ibérica refleja un particular interés por el legado intelectual de la antigüedad grecorromana. Este encanto letrado resucita el acercamiento a piezas poéticas cuyo universo literario, cargado de personajes y acontecimientos históricos, cautivó la pluma y atención de un sinfin de estudiosos (Lawrance 1984, 1985, 1986, 1990; Santiago; Schiff; Morras; Kibre). La accesibilidad y circulación de estos textos, bien mediante traducción u originales, crea una base cultural a partir de la cual monarcas, nobles y una audiencia profana adquieren un mejor conocimiento del pasado clásico a finales del siglo XV (Round 1962; Moreno).¹ Este abanico de lectores y receptores, ahora conocedores de los escritos de la antigüedad clásica, adquiere un mayor nivel de intelección a la hora de inferir una lectura docta de las ficciones literarias de su época. Este bagaje formativo y el legado cultural del pasado clásico favorecen comprender mejor la adaptabilidad de este material letrado en la invención de uno de los personajes de Cárcel de amor: el rey Gaulo. Los rasgos de su carácter despiadado revelan la confección de un personaje inspirado a partir de dos figuras imperiales del pasado: Tiberio y Calígula. Esta creación ficticia con base letrada en la De Vita Caesarum de Suetonio adquiere un cometido instructivo para la monarquía reinante y aristocracia, de manera que rememora las desavenencias de un pasado imperial para un mejor uso de la autoridad monárquica a finales del siglo XV en la Península Ibérica.

Este trabajo parte de la influencia de la De vita Caesarum (Vida de los doce Césares) de Gayo Suetonio Tranquilo (70–130 d.C.), y en concreto las vidas de Tiberio y Calígula, en la caracterización de la figura ficticia del rey Gaulo. La identificación de ambos emperadores en la configuración de este personaje desvela una raíz cultural que se suma a las influencias propuestas por la crítica, y revela la importancia y circulación de esta obra biográfica. A su vez, la presentación despiadada de este monarca muestra un mensaje formativo que advierte de las consecuencias negativas que la aplicación insensata de la justicia conllevaría. La clase dirigente y la nobleza, quienes recordarían las políticas y gobiernos de los doce césares gracias a la saña ficticia del monarca Gaulo, gozan ahora de una ficción que entretiene y advierte contra la incontrolada práctica de poder; y también los entresijos de la corte. Con ello, la caracterización política de este personaje responde también al florecimiento de los tratados teóricos de política en Castilla durante el siglo XV que albergan pautas de conducta para el cumplimiento adecuado del poder, sobre todo tras la subida al trono de Isabel y Fernando.

La crítica literaria advierte una lectura política en Cárcel de amor que acompaña al desarrollo de la trama amorosa de Leriano y Laureola. La novela encierra principalmente una censura contra la imposición de la Santa Inquisición y el tratamiento que sufren los conversos. A su vez, el texto recoge la reacción de San Pedro contra la idea cesarista que forma parte del estado moderno de los Reyes Católicos, y crea así un enfrentamiento en el ejercicio de poder entre modernidad y tradición. San Pedro observó la imposición diaria de medidas políticas injustas; y también reflexionó sobre el alcance de los límites del poder y el derecho a la insurgencia de mano de los sojuzgados (Márquez 193). El choque entre la nueva monarquía y la aristocracia forma parte de la ideología política de la novela. Ésta expone el deseo de la aristocracia por legitimar su estatus social en un mundo patriarcal que manifiesta sus ansiedades ante un estado gubernamental regido ahora por una mujer, Isabel...