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  • Introduccion

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Al presentar a David Riker al público de Stanford, sentí que debía contar una historia sucedida varios años antes. Era tarde en una noche casi desierta en el hall del Hotel Nacional de La Habana durante un festival de cine. Vi a un hombre que se paseaba solitario, igual que yo, y lo reconocí de inmediato. Poco tiempo atrás yo había visto la película La ciudad / The City (1998), y me había emocionado inmensamente, como a todos los que la ven. Una película de enorme sensibilidad sobre hispanos en New York. Aquel hombre era el personaje del Titiritero en un episodio desgarrador, la historia de un hombre que no puede poner a su hijita en la escuela porque es un homeless tuberculoso y sin domicilio fijo. (“The Puppeteer”) José Rabelo y yo hicimos amistad inmediata, y él quedó de enviarme desde New York los datos de contacto con David Riker. Algunos meses después viajé a New York y me cité con David en una cafetería cercana a su estudio. Me recibió diciendo: “Traigo una mala noticia. Nuestro amigo murió”. También supe que fue incinerado y las cenizas llevadas a su natal Cuba, como había sido siempre el deseo de José en caso de fallecer. [End Page 1]

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