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  • El cine, la ciudad, lo urbano:apuntes desde los estudios culturales urbanos
  • Benjamin Fraser

Vivimos en un mundo netamente urbano

Es común que los lectores contemporáneos encuentren alguna que otra estadística sobre el porcentaje de la población mundial que vive en ciudades: un 30% en 1950, un 54% en 2014, un 66% en 2050.1 Desde una perspectiva histórica, estos cálculos no nos dicen nada nuevo. En un sentido histórico bastante práctico, la gente ha tendido a aglomerarse en ciudades, forjando durante siglos y milenios formas de ser colectivas.2 De todos modos, las discusiones sobre la distinción entre el campo y la ciudad se remontan a los tiempos clásicos – cuando estos dos espacios adquirieron un peso filosófico y un valor metafórico – y gozan de una extensiva teorización contemporánea (Williams El campo y la ciudad). Pero el mundo urbano del siglo xxi dista mucho de repetir esas formas de antaño.

Varios teóricos han señalado que la ciudad moderna experimentó un cambio radical durante el siglo xix.3 Según ellos, este viraje tuvo sus elementos económicos, sociales, políticos, culturales y filosóficos. Entre ellos cabe destacar uno en particular: el hecho de que el espacio urbano adquirió un valor que no había poseído tan rigurosamente en los siglos anteriores (Lefebvre El derecho a la ciudad). Este valor fue el valor de cambio, el cual se contrasta con el valor de uso. Si el valor de uso implica que los urbanitas tienen derecho a usar el espacio de la ciudad, hacerlo propio – sea con fines particulares o colectivos – el valor de cambio señala que el espacio urbano se ha asimilado al mercado capitalista.4 En breves términos, a partir del siglo xix, la ciudad se ha convertido en un producto más para vender; el terreno urbano se convirtió en un vehículo de especulación financiera.

Esta idea fundamental para los estudios urbanos tiene una enorme influencia sobre un creciente número de investigadores del cine, quienes ahora se aproximan al [End Page 263] análisis de las películas a través de un lente urbano.5 Es de notar que el cine es una forma artística que nace en los contextos urbanos a finales del siglo xix. Considerado como avance tecnológico, el cine hereda su manera de simular el movimiento a través de la proyección de imágenes estáticas de los juguetes decimonónicos burgueses que participan en las redes europeas del ocio urbano.6 Además, muchas de las primeras tomas cinematográficas proyectaron imágenes de ciudades europeas. Entre las películas producidas por directores del cine temprano – como los hermanos Lumiére (nacidos en Besancon, Francia), Fructuós Gelabert (nacido en Barcelona, España) y Segundo de Chomón (nacido en Aragón, España) – hay muchas que, o bien captan espacios y actividades cotidianos urbanos, o bien los utilizan como trasfondo para explayar narrativas relativamente simples.

El estudio del cine urbano es sólo uno de los múltiples puntos de intersección entre una perspectiva urbana sobre el cine y la visión cinematográfica de la ciudad.7 Pero es un punto de partida crucial para considerar en detalle las numerosas formas de significación que colaboran en la representación de cualquier ciudad en la pantalla. La primera sección de este capítulo explica, con ejemplos, tres formas de significación operantes en el cine, es decir, la imagen cinematográfica entendida como índice, icono y símbolo. La segunda sección subraya la importancia de combinar estas herramientas hermenéuticas con una perspectiva más amplia sobre la cultura urbana. El capítulo se cierra con breves consideraciones metodológicas a favor de un acercamiento propio a los estudios culturales urbanos como un campo de investigación innovador.

I. La ciudad como representación fílmica

Como área de investigación en el mundo anglohablante, la representación fílmica de la ciudad ha gozado de mucha atención en los últimos veinte años. Para verlo, basta con...

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