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  • Reyes enfermos e imperio renovado. Las muertes de Felipe IV, Carlos II, Luis XIV, Luis I y Felipe V en la nueva España (1665-1746)
  • Víctor Mínguez

El cambio dinástico que tiene lugar en el trono de la Monarquía Hispánica en 1700 supone la sustitución de un linaje moribundo por otro enfermo. Si los Habsburgo eran una familia cuya salud se había deteriorado progresivamente por su endogamia, los Borbones, ya antes de llegar a España, tenían su propio historial clínico que en la corte de Madrid no hizo más que deteriorarse. Los datos demuestran ambos asertos. La secuencia necrológica de reyes, reinas y príncipes de la rama hispana de la Casa de Austria es demoledora: en 1646 falleció en Zaragoza el príncipe heredero Baltasar Carlos; Felipe IV, que ya había sufrido los óbitos de su esposa Isabel de Borbón y su hermano el Cardenal Infante don Fernando, tomó entonces la decisión de casarse con Mariana de Austria, sobrina y prometida de Baltasar Carlos, buscando con premura un nuevo heredero; en 1647 nacería Felipe Próspero – otro hijo y dos hijas del matrimonio no sobrevivieron–, que a su vez falleció a los cuatro años de edad el 1 de noviembre de 1661; tan solo cinco días después y rodeado de reliquias nació su hermano Carlos; cuando murió Felipe IV el 17 de septiembre de 1665 se estableció la regencia, y diez años después ascendió al trono Carlos II, que pese a sus deficiencias físicas y mentales – cinco de sus ocho bisabuelos descendían de la reina Juana la Loca–, reinaría un cuarto de siglo en lo que devino en una agonía interminable y un fin dinástico más evidente cada día que pasaba y que se consumó finalmente en 1700. Pero como decía, la Casa de Borbón, que venció catorce años después en la larga guerra de Sucesión accediendo al trono hispano, tenía su propio y delicado perfil clínico, como pone de relieve la frágil salud de los reyes de Francia Luis XIII y Luis XIV.

Por lo tanto, durante las décadas finales del siglo xvii, años en los que se produce en palabras de José Martínez Millán la reconfiguración de la Monarquía [End Page 413] Católica – especialmente por lo que respecta a las Indias–, y a lo largo de la primera mitad del siglo xviii, en la que el viejo Imperio se ve transformado por el impulso renovador borbónico, hasta cuatro reyes enfermos se sucedieron en el trono de las Españas: Felipe IV, que experimentó un decaimiento progresivo durante sus últimos veinte años de vida; Carlos II, que estuvo falleciendo durante casi cuarenta años; Felipe V, que sufrió trastorno bipolar provocándole un comportamiento maniaco-depresivo y Luis I, víctima de una muerte inesperada y muy temprana causada por la viruela a los diecisiete años – reinó menos de un año. Y añado también en esta secuencia a Luis XIV, yerno de Felipe IV y abuelo de Felipe V, que mientras fue rey de Francia padeció numerosas y graves enfermedades – viruela, disentería, tumores, gonorrea, gota, fiebre tifoidea, etcétera – y como resultas de las mismas una fuerte decadencia física. De esta manera, la melancolía y trastornos diversos infectaron durante un siglo el trono del rey que gobernaba desde España el imperio americano, coincidiendo este periodo, sin embargo, con el momento en el que los virreinatos ultramarinos vivieron su edad de oro económica y artística.

Una pintura anónima del siglo xvii (Museo de Arte Colonial de San Francisco, Santiago de Chile), perteneciente a una serie sobre la vida del franciscano san Diego de Alcalá, muestra el momento en que el cuerpo incorrupto de éste, traído desde Alcalá de Henares a la Corte por orden de Felipe II, es mostrado al príncipe Don Carlos – que en 1562 había sufrido una grave caída en el palacio arzobispal de esta...

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