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  • Escucha barroca y vanguardia latinoamericana en El pájaro verde de Juan Emar1
  • Malva Marina Vásquez

Intentar, hoy (a más de 50 años de su muerte), una re-vuelta a la lectura del cuento “El pájaro verde” del escritor chileno Juan Emar (1893–1964) resulta una tarea desafiante. Esto se debe a que su propuesta artístico-narrativa “es mucho más fecunda que lo que atañe a un capricho experimental o rupturista. Emar perturba por entero el canon literario de Chile y América con una producción que constituye un enigma visionario para el tiempo en que se gestó (el primer cuarto del 1900) incluso (para) hoy, en pleno siglo XXI” (Rojas, párr. 2). De este relato contamos con una copiosa bibliografía crítica,2 ya que esta ficción junto a Miltín 1934 son las más estudiadas en comparación con la menguada incursión crítica en su producción narrativa posterior.3 Este cuento ha dado fehacientes pruebas de resurrección heurística, ya que, como bien lo intuye Daniel Rojas Parchas, apunta a un “significante de América”:

Emar concibe el pájaro verde como una hipertextualidad, como una alegoría de la creación, como una totalidad fragmentaria, ambigua, probable e incierta. Curioso que esta idea irracionalista y descreída, esté representada por un significante que nace en América, una bestia selvática, verde, fértil, alada, que recorre el mundo, muere en Europa y revive al retornar a Chile, cumpliendo su destino al hacerse dueño desde su materialidad de la inmaterial consciencia del autor y por ende de sus destinatarios (todos sus hipotéticos lectores).

(Rojas, párr. 13)

Desplegaremos aquí otras aristas de la polisemia del paratexto “el pájaro verde” en tanto “significante de América”. Se inicia este relato, como sabemos, poniendo en su centro la biografía del papagayo – el loro de Tabatinga –, un ave oriunda de Amé-rica que es arrancada de su hábitat selvático, el Amazonas, y llevada a Europa por uno de los exploradores franceses como fetiche exótico. No es un dato menor el recordar [End Page 175] que estos son exploradores que pertenecen al Institut des Hautes Sciences Tropicales de Montpellier que estudian la flora y fauna de la desembocadura del Amazonas, replicando de este modo los viajes y afanes de los colonizadores del Nuevo Mundo. El loro de Tabatinga viaja desde el Amazonas a Europa, donde muere y es embalsamado como pieza de museo naturalista. De forma insólita, a su regreso a Latinoamérica, más exactamente a Chile, resucita. Estos sabios franceses encarnan en el relato la mirada eurocentrista que cosifica la diferencia de lo americano bajo la categoría del Otro-exótico. Y el loro, en tanto habitante americano, podría estar haciendo un guiño al letrado o artista criollo que parte en viaje de formación a París y que a su regreso, difunde su proclama vanguardista de ataque a las normas y valores del buen burgués, como lo hicieran Emar y Huidobro.4

Al dar un punto de inflexión mayor a “El pájaro verde” como un significante de América, hay que advertir que, aparte de ser un ave oriunda de este continente, dada su singular performance verbal se le debe entender mayormente como un remedador o replicante de las voces ajenas. Por este camino, podría entenderse como un fértil símbolo de lo que, desde los planteamientos de Fernando Ortiz y Ángel Rama, se ha dado en llamar la práctica transculturadora del escritor o artista latinoamericano.5 Esta práctica comienza con la conquista de América y, por lo tanto, se articula como apropiación diferencial del código retórico barroco. En forma significativa, queremos leer el comienzo del cuento: “si es que hay algo en esta vida que tenga origen”, como señalamiento a esa prehistoria trágicamente interrumpida del hombre americano que, como el loro, también es “arrancado de su hábitat” o civilización precolombina y es lanzado a la discontinuidad de las series temporales que...

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