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  • Canon y tinta de la melancolía en la obra ensayística de Roger Bartra*
  • Carlos van Tongeren

Lágrimas y ayes son voz de la más universal melodía.

Ángel María Garibay

La producción ensayística del antropólogo mexicano-catalán Roger Bartra, además de representar una encrucijada entre diferentes disciplinas académicas y códigos de escritura (Domínguez Michael; Espinasa), se mueve con habilidad por distintos contextos históricos y culturales. Prueba singular de ello son las decenas de ensayos que el autor ha dedicado a la melancolía. Estos textos cubren distintos episodios de la historia intelectual en torno a la melancolía, aplicando algunas ideas clave de esta herencia a los significados que la melancolía ha adquirido en las culturas recientes de México y España. Algunos de los volúmenes más reconocidos del autor sobre esta temática son La jaula de la melancolía: identidad y metamorfosis del mexicano (1987), Cultura y melancolía: las enfermedades del alma en la España del Siglo de Oro (2001) o El duelo de los ángeles. Locura sublime, tedio y melancolía en el pensamiento moderno (2004);1 sin embargo, conviene no obviar el hecho de que otras decenas de ensayos del autor, publicados en revistas culturales de España, México y Estados Unidos, exponen versiones abreviadas y en ocasiones adaptadas de sus investigaciones más conocidas sobre el tema. Hasta la fecha, poca atención se ha dedicado a la medida en que Bartra ha ido desarrollando, ampliando y redefiniendo su concepción de la melancolía a lo largo de su obra. El presente artículo propone cartografiar algunas de las reflexiones más significativas de Bartra sobre la melancolía, prestando especial atención tanto a las semejanzas como a las diferencias entre sus ensayos más conocidos. No podremos, por supuesto, hacer justicia de todos los itinerarios argumentales que se cruzan en el vasto número de textos que el autor ha dedicado a la temática. No obstante, como pretendemos demostrar en este trabajo, el hecho de que Bartra reconozca dejos de melancolía en autores y culturas tan diversos cobra mayor sentido en relación con la historia de la melancolía [End Page 101] misma. Entonces, más allá de reconocer a Bartra como un “gran conocedor de la melancolía en las culturas hispánicas” (Morales-Rivera 129), nos proponemos leerlo como un partícipe eminente de los procesos de transmisión y adaptación que históricamente, y a lo largo de contextos alejados, han posibilitado la asociación de sensaciones diversas de tristeza con el “canon de la melancolía” (Bartra, Cultura 151).

Breve recorrido histórico

Para poder situarnos mejor frente a la obra de Bartra es conveniente hacer un breve recorrido por la historia de la melancolía y pasar revista a algunas de sus diversas acepciones. Recientemente, Bartra ha ofrecido una definición de la melancolía que da cuenta inmediatamente de la “gran plasticidad” (“Doce historias” 49) del fenómeno:

Aquí podemos observar tensiones y sentimientos dolorosamente sufridos, que incluso llegan a crear estados mentales mórbidos muy peligrosos, y que confluyen con manifestaciones poéticas e intelectuales sofisticadas y refinadas, con actitudes, modas, representaciones artísticas o dramáticas de diversa índole.

(“La batalla” 20)

En la misma línea, Raymond Klibanski, Erwin Panofsky y Fritz Saxl abren su voluminoso trabajo Saturn and Melancholy (1964) con la observación de que la melancolía unas veces puede ser entendida como una enfermedad mental o un perfil patológico, mientras que en otros casos se refiere a un estado temporal de depresión, ansiedad o tristeza del individuo o bien a un rasgo de carácter permanente (1). A estas distintas acepciones, con un fuerte anclaje en los estudios médicos, hay que sumar la poetización de la melancolía en la tardía Edad Media, proceso que contribuyó notablemente a la ampliación de las posibilidades descriptivas de la melancolía, no solo para las personas, sino también para los objetos o espacios (218–240).

La melancolía aparece en...

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