Abstract

ABSTRACT:

Gabriel Bocángel (1603–1658) gives the Ovidian myth of Narcissus a baroque twist in a game of mirrored images, voices, and silences. In redondilla LX, Celia looks into a mirror that breaks suddenly, multiplying her image into miniature portraits. Unlike Ovid’s version of the story, it is not the lady who, like Narcissus, dies, enraptured in self-contemplation, but the looking-glass itself. Sonnet XII represents the “death” of the glass as the breaking of both its surface and its silence. The glass, now endowed with a voice, turns into a true mirror that echoes the message of desengaño: not only that suffering is the inevitable consequence of unfulfilled carnal desire, but also that beauty and artistic endeavor are both fragile and futile.

RESUMEN:

Gabriel Bocángel (1603–1658) le da un giro barroco al mito ovidiano de Narciso en un juego de imágenes, voces y silencios. En la redondilla LX, Celia se mira en un espejo que se le quiebra, multiplicando su imagen en incontables retratos en miniatura. Al contrario que en Ovidio, no es la dama la que, cual Narciso, muere, embebida en la contemplación de su propia imagen, sino el espejo mismo. El soneto XII representa la “muerte” del cristal como la ruptura tanto de su superficie como de su silencio, transformándose, al estar ahora dotado de voz, en verdadero espejo que repite el mensaje del desengaño: el sufrimiento es la consecuencia inevitable del deseo no consumado y la belleza y su representación artística son frágiles y fútiles.

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