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  • Las comedias de valientes de Antonio Enríquez Gómez
  • Rafael González Cañal

Las comedias de valientes conforman un subgénero dramático de gran interés en la segunda mitad del xvii. Sabemos de la existencia de las comedias de bandoleros, que se difunden en el siglo xvii y se desarrollan con fuerza en el siglo siguiente (ver Palacios; Martínez Comeche). Estas comedias están protagonizadas por bandoleros, guapos, contrabandistas o salteadores de caminos, figuras que se popularizan a través del teatro y de la literatura de cordel (romances y relaciones, entre otros). A Lope de Vega se le debe el inicio de esta fecunda serie de comedias de bandoleros, como muy bien ha estudiado Dixon (121), a partir, sobre todo, de Antonio Roca, que ya aparece en la lista de El peregrino en su patria en 1604 y de El cordobés valeroso, Pedro Carbonero, cuyo autógrafo lleva fecha del 26 de agosto de 1603.

Muy cercano a este género tendríamos el grupo de comedias en las que el protagonista es un valentón, personaje hosco y agresivo, amigo de pendencias y riñas. En el origen encontramos de nuevo a Lope de Vega, con El valiente Céspedes, escrita entre 1612 y 1615 e impresa en 1625. A este mismo autor se atribuye otra obra titulada El valiente Juan de Heredia que, según Caro Baroja (95), que sigue en este punto a Cotarelo, sería la obra más antigua de este tipo.2

A partir de los años 20, este tipo de comedias de valientes va a aparecer con frecuencia. Sin ánimo de exhaustividad, podemos citar los siguientes títulos: El valiente Lucidoro, de Juan Bautista Villegas, representada en el cuarto de la reina en octubre de 1622; El asombro de Turquía y valiente toledano, de Luis Vélez de Guevara, escrita hacia 1624; Andrés de Claramonte, El valiente negro en Flandes, de Andrés de Claramonte, compuesta antes de 1626 e impresa en 1638; El valiente más dichoso, don Pedro Guiralt, de Juan Pérez de Montalbán, representada el 10 de abril de 1633 por la compañía de Manuel Vallejo; El valiente nazareno Sansón, de este mismo autor, escrita hacia 1634; las dos partes de El valiente sevillano, Pedro Lobón, de Diego Jiménez de Enciso, representadas en La Montería de Sevilla en 1642 por [End Page 125] la compañía de Bartolomé Romero; El valiente justiciero y Las travesuras del valiente Pantoja, ambas de Agustín Moreto, impresas respectivamente en 1657 y en 1663; El más valiente andaluz, Antón Bravo, de Cristóbal de Monroy; El más valiente extremeño, Bernardo del Montijo, de José de Cañizares, conservada en un manuscrito con censura de Lanini del 28 de noviembre de 1704; El valiente Barrionuevo, de Cantón de Salazar; El valiente Pedro Ponce, escrita la primera parte por Juan Bautista Chavarría en 1707 (Herrera Navarro 147) y la segunda por Simón Manuel de Alarcón; etc.3 Hay otras obras que podrían entrar dentro de este grupo, aunque el título no lo refleje de una manera tan clara: El afanador de Utrera, de Luis Belmonte; Añasco el de Talavera, de Cubillo de Aragón, Pero Vázquez de Escamilla (incompleta), de Quevedo; etc.

Como hemos señalado, a medida que avanza el siglo xviii alcanzan gran celebridad las figuras del guapo y del bandido, que desplazan poco a poco al valiente del siglo anterior. Así, por ejemplo, podemos citar obras como El más temido andaluz y guapo Francisco Esteban, de José Vallés, escrita antes de 1717; El bandido más honrado y que tuvo mejor fin, Mateo Vicente Benet, escrita por Gabriel Suárez en 1718; El valor nunca vencido y hazañas de Juan de Arévalo, de Francisco Scotti Fernández de Córdoba, fechada hacia 1734; y El valor como ha de ser y guapo Julián Romero, de José de Cañizares, conservada en un manuscrito fechado en 1739 (ver Palacios).

A este nutrido grupo de obras de valientes habría...

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