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  • La novísima novela argentina del siglo XXI:lenguaje y vida1
  • Ana Gallego Cuiñas

El principio es el lugar literario por excelencia.

Ítalo Calvino

Imposible hablar de la novísima novela argentina sin aludir al célebre libro de Edward W. Said Beginnings, donde asistimos a una notable reflexión sobre la cardinalidad del comienzo en el trabajo literario. Lo nuevo, “lo novísimo,” habría de constituir una acción creativa y crítica inserta en un marco de pensamiento que implica una clara toma de conciencia de la tradición literaria predecesora, de sus lenguajes y de sus temas. Porque el comienzo, como sabemos, está relacionado con la cuestión del origen, la iniciación, la autoridad y el punto de partida del novísimo autor. Una actitud, un momento y un lugar cruciales cristalizan siempre el momento del inicio: ¿qué significa entonces comenzar, ser “novísimo,” en la Argentina del siglo xxi? Publicar una primera novela es el acto más evidente de la posición que un escritor desea tomar en el campo literario donde va a ser leído. No cabe duda de que el comienzo implica una elección, una intención de significado, la producción de una diferencia, combinación o continuidad con los trabajos ya existentes de la tradición anterior (Said 3). Es decir: “To begin is first of all to know with what to begin” (Said 36). Así los textos que he escogido para ensayar en este artículo que es una reflexión temprana, limitada y parcial, sobre la novísima novela argentina del siglo xxi son primeras novelas publicadas después de la crisis económica de 2001, que han circulado en el campo literario argentino principalmente a través de editoriales independientes locales, [End Page 143] aunque también en grandes conglomerados con exiguo margen de movimiento más allá de sus sedes nacionales.2 He tenido en cuenta además la recepción en la doxa académica3 y el grado de visibilidad en la prensa cultural y los medios de comunicación para determinar el siguiente corpus novelístico que servirá de referencia en este estudio: ¿Vos me querés a mí? de Romina Paula (Entropía, 2005), Muerta de hambre de Fernanda García Lao (Cuento de Plata, 2005), Opendoor de Iosi Havilio (Entropía, 2006), La descomposición de Hernán Ronsino (Interzona, 2007), Los topos de Félix Bruzzone (Mondadori, 2008), Las teorías salvajes de Pola Oloixarac (Entropía, 2008), La virgen cabeza de Gabriela Cabezón Cámara (Eterna Cadencia, 2009), La comemadre de Roque Larraquy (Entropía, 2010) y Una idea genial de Inés Acevedo (Mansalva, 2010).

Va de suyo la escasa difusión de estas obras fuera de las fronteras argentinas, así como el acto de identificación de estas primeras novelas con poéticas predecesoras de la tradición nacional, entendida como una suerte de rito en el comienzo de una obra cuyo lenguaje no deja de ser una reescritura, una historia condicionada por la repetición y la diseminación de ciertos textos como práctica y como idea (Said 357). Esto habría de remitirnos a la problemática de la conocida melancolía o “la ansiedad de la influencia” histórica como “alegoría de la relación de cualquier escritor (o cualquier persona) con la tradición, en particular cuando se encarna en una figura a la que consideramos nuestra precursora” (Bloom 15). Entonces podemos afirmar que los novísimos novelistas argentinos han despejado un “espacio imaginativo” para sí mismos (Bloom 55) dentro de su tradición en el que reconocen su escritura y desde el que quieren ser leídos. Sin embargo, no vamos aquí a señalar las fuentes de ese espacio ni a ahondar en una historia de las ideas, sino a bosquejar derivaciones; posiciones de lectura esenciales de esa tradición argentina y núcleos temáticos abonados por ella. De esta forma, podemos sostener que los escritores del siglo xxi objeto de este análisis se han prodigado en [End Page 144] tramas transitadas por la novela argentina de las últimas dos...

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