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  • Pliegues visuales: narrativa y fotografía en la novela latinoamericana contemporánea by Magdalena Perkowska
  • Rolando Pérez
Pliegues visuales: narrativa y fotografía en la novela latinoamericana contemporánea
Iberoamericana, 2013
por Magdalena Perkowska

“Queríamos retratarlo todo en unos días,” dice un turista alemán en Los matadores de hormigas de Severo Sarduy, refiriéndose a la Revolução dos Cravos en Portugal en 1974. Es decir, querían fotografiar la “revolución.” De eso hace cuarenta años, y hoy en día la foto se ha convertido en un objeto tan ubicuo, que casi parece como si estuviera al punto de desaparecer como objeto de estudio, ya que los móviles han, hasta cierto punto, remplazado no solo las cámaras sino también los álbumes de fotos para convertirse en archivos instantáneos portátiles. Por supuesto, esta manera de “ver” la imagen fotográfica en la época de la reproducción mecánica no siempre fue así. De hecho, como señala Magdalena Perkowska en su libro, Pliegues visuales: narrativa y fotografía en la novela latinoamericana contemporánea, la fotografía se comparó desde el principio con otras artes ya establecidas, como la pintura, la escultura, y por cierto, con la escritura, para rebajarla a una forma de “arte” inferior. Para Charles Baudelaire, como señala Perkowska, la “absolue exactitude matérielle” de la fotografía no hacía otra cosa sino atar “el vuelo de la imaginación” y reducir, “la polisemia de la palabra escrita” (26). Esta “idea dominante acerca de la superioridad de la escritura” (26), y hasta podríamos decir, de una oposición binaria entre palabra e imagen, comenzó a superarse paulatinamente con los surrealistas, específicamente a través de novelas como Nadja de André Breton con “cuarenta y cuatro… fotografías de Jacques Boiffard, Man Ray, Henri Manuel y Valentine Hugo” (29). El siglo XX ha producido otras foto-novelas dentro del contexto cultural norte-america-no-europeo, como Time and Again de Jack Finney (1972), o más recientemente, Los anillos de Saturno de W.G. Sebald (1995), dice Perkowska (30-31). Pero, ¿qué “del lado de acá”? Es decir, ¿cuál ha sido la contribución de la literatura latinoamericana a este género mixto “bi-o ‘intermedial’” (15) a nivel universal y ¿por qué empezar con la literatura-fotografía “del lado de allá”? (25-31). “El propósito de este viaje por terrenos ajenos—el lado de allá—es situar las contribuciones latinoamericanas en un contexto más amplio… para evidenciar las redes de conexiones transcontinentales y transatlánticas en el proceso que redefine tanto la literatura como la fotografía” (31), arguye Perkowska. Y en esta declaración me parece que reside la importancia de Pliegues visuales, ya que la foto-novela del “lado de allá” en ningún momento se presenta como el canon legitimador de la misma en el contexto latinoamericano.

“La producción latinoamericana claramente contribuye al destronamiento de la hegemonía de la ortodoxia genérica y de la comunicación puramente verbal,” escribe Perkowska. “La ilustración tiene ya una larga historia en América Latina: no debemos olvidar, por ejemplo, que desde la primera edición, José Joaquín Fernández de Lizardi concibió su Periquillo Sarniento (1816)—la primera novela escrita en el subcontinente—con grabados” (31-32). Desde entonces muchos han sido los escritoras y escritores latinoamericanos que han escrito sobre la fotografía o para quienes la fotografía ha tenido un lugar central en su obra: Entre ellos/ellas se destacan: José Martí, Horacio Quiroga, Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Julio Cortázar, Ana María Shua, Roberto Bolaño, Edmundo Paz Soldán, Marta Aponte Alsina, etc., y las cinco foto-novelas [End Page 300] estudiadas aquí: Mil y una muertes de Sergio Ramírez (capítulo II, 61-86); Tinísima de Elena Poniatowska (capítulo III, 87-106); La llegada (Crónica con ficción) de José Luis González (capítulo IV, 107-133), Fuegia de Eduardo Belgrano Rawson (capítulo V, 135-164), y Shiki Nagaoka: una nariz de ficción de...

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