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  • Los pasados distantes de Abilio Estévez:entrevista con la Sagrada Familia de fondo
  • Emilio Gallardo Saborido

Desde el salón de Abilio Estévez (La Habana, 1954) se puede observar con bastante cercanía la Sagrada Familia. El edificio actúa como un símbolo de lo que, aunque asentado y consolidado, aún sigue construyéndose, aspirando a su perfección.

Estévez representa una de las voces más connotadas dentro de la literatura cubana actual. Su producción está centrada preferentemente en la narrativa, pero también ha incursionado en el teatro (entre otras piezas, La verdadera culpa de Juan Clemente Zenea, Premio UNEAC “José Antonio Ramos”, 1984; Un sueño feliz; La noche, Premio Tirso de Molina, 1994; Ceremonias para actores desesperados), y en la poesía (Manual de tentaciones, Premio Luis Cernuda de Sevilla, 1986; Premio de la Crítica Cubana, 1987).

En lo tocante a la narrativa, y más allá de sus incursiones en la cuentística (desde su temprano volumen Juego con Gloria, mención en el cubano Concurso David para jóvenes creadores de 1982, hasta El horizonte y otros regresos), ha obtenido un notable reconocimiento como novelista. En este sentido, destaca su primer novela, Tuyo es el reino (aparecida en 1997, logró el Premio de la Crítica Cubana 1999 y el Premio al Mejor Libro Extranjero en Francia en 2000), que fue seguida por Los palacios distantes (2002) y El navegante dormido (2008). Este tríptico de la insularidad cubana conecta con su pasión por Barcelona en su siguiente novela El bailarín ruso de Montecarlo (2010). En Inventario secreto de La Habana (2004) recorre memorias y lugares a través de una mixtura de géneros. Más recientemente ha dado a conocer una novela de corte erótico, titulada El año del calipso (2012).

El escritor en un homenaje tributado en 2013 en la Universidad de Sevilla hablaba sobre su infancia y los orígenes de su vocación literaria, surgida al calor de la traducción que de Las mil y una noches hiciera Blasco Ibáñez. En cierta manera, esta entrevista enlaza con su intervención en ese evento, pues en ella Estévez reflexiona sobre el campo cultural cubano durante las décadas de 1970 y 1980. Nos situamos, pues, en La Habana de ese periodo para rememorar las dichas y afanes que experimentaron algunos de los habitantes más connotados de su ciudad letrada. Recorre así los años de su formación universitaria, y sus primeros contactos con autores de la talla de Antón Arrufat, Abelardo Estorino y, especialmente, Virgilio Piñera. Este último ejerció una fructífera influencia en Estévez, apoyando el desarrollo de su talento creativo e introduciéndole en círculos intelectuales [End Page 170] que experimentaron diferentes dificultades durante este periodo de la literatura cubana. Así pues, en este texto Estévez revisa las dinámicas y la configuración de una parte de este campo cultural y lo conecta con su propia experiencia como escritor. Finalmente, nos refiere su marcha a Barcelona y su situación en España como autor.

El lector interesado puede encontrar en esta misma revista otra entrevista realizada a Abilio Estévez por Asunción Horno-Delgado (Confluencia, vol. 22, no. 1, Fall 2006).

Emilio Gallardo Saborido (EGS):

En principio, me gustaría que hablásemos sobre cómo se desarrollaron tus años de formación universitaria, que coincidieron en parte con el denominado “Quinquenio gris” (1971–1976) de la política cultural cubana.

Abilio Estévez (AE):

Durante esos años del famoso Quinquenio gris ‒que no fue ni mucho menos sólo un quinquenio; ni gris tampoco, sino negro‒, entré en la universidad, concretamente en 1973. En ese periodo horrible, comencé la carrera Lengua y Literatura Hispánica en la Facultad de Filología. Dentro de la misma había distintas especialidades. Por ejemplo, la de Estudios Cubanos se concentraba en el estudio de la cultura cubana, fundamentalmente en la pintura, música, arquitectura y literatura. Allí coincidí con los escritores Arturo Arango y Leonardo Padura. Tras cursar cuatro años, nos graduamos en...

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