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  • El concepto de televisión de calidad como herramienta de análisis:El caso del Telefilme Chalan
  • Fabiola Alcalá

El rumbo que está tomando la televisión contemporánea es cada vez más enriquecedor. Parece que las nuevas propuestas televisivas se están permitiendo romper con antiguos modelos y abrirse un poco más a la experimentación. Este es el caso de la ficción televisiva estadounidense y europea, que ha apostado, principalmente, por seriales a la altura de las grandes novelas del siglo XIX. Pero también sucede en otras latitudes, como en México y América Latina, que se han sumado a un espíritu de renovación y cambio alentado por los nuevos productos y por las nuevas pantallas. Tal vez no desde las grandes cadenas pero sí desde productoras pequeñas o desde instituciones públicas que pretenden hacer algo más que entretenimiento vulgar.

La televisión está viviendo una de sus mejores etapas. Las nuevas pantallas han desdibujado o transformado las audiencias, y por tanto, esta eterna búsqueda de hacer “tele para todos” se ha desvanecido, permitiendo el surgimiento de nuevos programas que al atender intereses más específicos resultan más interesantes y enriquecedores. En palabras de Rincón:

[…] habitamos los tiempos de la multiplicidad de pantallas, el negocio de los formatos, las lógicas de otras emociones, el estallido de las narrativas audiovisuales, la multiplicación de las estéticas, la diversidad de sensibilidades/identidades. Tiempos donde cada uno puede hacer la televisión como se le dé la gana. Lo significativo es lo cercano, lo vital, lo emocional, lo imprevisto. La verdad está en otra parte, una que no es Occidente, ni masculina, sino de culturas otras. Y se mezcla la oralidad de la telenovela con las imágenes Facebook, las minihistorias Youtube con los aforismos infinitos en Twitter, la red Blackberry con el directo Skype y el mensaje de celular. Y es que habitamos la multiplicación de las señales y hay un canal para cada gusto, cada gueto, cada fe.1

Este nuevo ecosistema audiovisual necesita de la exploración de nuevas herramientas teóricas que estén a la altura de estos cambios o fusiones. Exige también una revisión de los estudios clásicos y su adecuación a este fenómeno contemporáneo y en expansión. Es por eso que en este contexto de optimismo frente al medio, y sobre todo de necesaria reflexión, proponemos el siguiente análisis.

En este artículo analizaremos el caso de Chalán, un telefilme mexicano [End Page 189] producido en 2012, por Canal 22 e IMCINE (Instituto Mexicano de Cinematografía), que creemos incluye algunos de estos gestos de renovación y reformulación televisiva, además de que dialoga con las nuevas pantallas y con las nuevas audiencias. Es un ejemplo modesto pero arriesgado en cuanto a la exploración de las diferencias y de las similitudes entre cine, televisión e Internet.

Ya desde el formato asistimos a un trabajo innovador y diferente puesto que en México hay muy poca tradición de telefilmes. Este formato híbrido entre cine y televisión se distingue por mantener una estética cinematográfica: desarrollo de guión, diseño fotográfico, artístico, sonoro y de montaje; que se adecua en duración y contenido para ser transmitido por televisión. Chalán es una película de 60 minutos.

Este telefilme además se estrenó en streaming, es decir, en Internet–después de una particular forma de promoción en redes sociales–, lo que lo convierte en un objeto de estudio interesante en el que se cruzan distintos medios, hibridando tanto formas de producción como de distribución. También ha llamado la atención en distintos festivales, algunos de cine y otros que premian precisamente la televisión de calidad, de ahí nuestro interés por interpretarlo desde esta óptica.

Chalán fue seleccionado y presentado en el MINIPUT2 Barcelona 2013. Una muestra que elige algunos de los programas más representativos de las 80 horas de programación previamente exhibidas y debatidas...

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