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  • Qué pronto se hizo tarde:Vicente Leñero (1933-2014)
  • Kirsten F. Nigro

La mañana del día 3 de diciembre 2014 falleció, en la Cuidad de México, el escritor Vicente Leñero, de un cáncer pulmonar que se le había diagnosticado algunos meses anteriores. Tapatío por nacimiento, Leñero se tituló como ingeniero, pero no tardó en darse cuenta que su verdadera vocación era la escritura. A manera de aprender, según él mismo, a “escribir”, ingresó en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, y de ahí en adelante fue periodista hasta la médula, periodista a lo antiguo, de los que narraban los hechos para revelar y no comentar o distorsionar la verdad. Ante su desaparición, colegas de la profesión hicieron hincapié una y otra vez en la inquebrantable ética y moralidad de Vicente Leñero en un mundo fácilmente corruptible y susceptible a la política sucia de su país; como, por ejemplo, el llamado “golpe a Excelsior” en 1976, tramado por el entonces presidente Luis Echeverría, que resultó en que Leñero, con otros 200 colegas, dimitieran sus puestos y se aliaran a Julio Scherer García, quien fue el blanco de esa mala jugada. De este escándalo nace la revista Proceso, de la cual fue sub-director Leñero durante los años 1977-1998.

Si del periodismo Leñero aprendió a “escribir”, también descubrió su amor por y capacidad de narrar. Ya para 1958 había de escribir su primer cuento premiado, “La polvareda”, y en 1961 aparece su primera novela, La voz adolorida (obra con la cual su autor nunca estuvo satisfecho). Y así se inicia lo que sería una larga, variada y galardonada carrera en las letras. Leñero practicó todos los géneros de escritura (menos la poesía, para la cual confesó que no tenía talento ni inclinación); fue cuentista, novelista, dramaturgo y guionista de cine, con una producción abundante y constante: una docena de novelas, catorce obras de teatro, dieciocho guiones cinematográficos y tres compilaciones de cuentos, entre otros escritos. Al morir, Leñero estaba terminando el tercer volumen de la colección Gente así (y Más gente así). Un hombre tímido y reacio a la vida pública, Leñero no pudo evitar ésta del todo, por los muchos premios y reconocimientos que recibió, entre ellos: el [End Page 181] Premio Biblioteca Breve de la Editorial Seix Barral (1963) por la novela Los albañiles (fue el primer mexicano en ganar este prestigioso premio); la beca Guggenheim en 1967; el Premio Dramaturgia Juan Ruiz de Alarcón (1969) por la versión teatral de Los albañiles (ganaría este último premio dos veces más, en 1979 y 1992); el Oso de Plata del Festival de Cine en Berlín (1977) por la versión fílmica de Los albañiles; cuatro Arieles para guionista (su guión más exitoso y controvertido fue el de El crímen del Padre Amaro, de 2002); el Premio Xavier Villaurrutia en 2000; el nombramiento en 2010 a la Academia Mexicana de la Lengua, para ocupar la silla que antes fuera de su protegido Víctor Hugo Rascón Banda, fallecido en 2008. En febrero de 2015 se lanzó el Premio de Dramaturgia Joven Vicente Leñero, programa idóneo para reconocer al que fue mentor de los muchos jóvenes escritores que pasaron por sus talleres de dramaturgia.

Para los lectores de Latin American Theatre Review, el Leñero que más hemos conocido y admirado es el Leñero dramaturgo, el de obras audaces en su contenido y en su propuesta escénica, obras experimentales, controvertidas, censuradas y a veces, hasta prohibidas. Con este Leñero aprendimos de la historia mexicana vista por el lente del teatro histórico-documental, uno que reveló verdades encubiertas por capas y capas de discurso oficial (El juicio, 1972, Martirio de Morelos, 1981); de la historia lejana de la conquista española atestiguada y anotada por un personaje del siglo XX (La noche de Hernán Cortés, 1992...

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