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  • Entre los visillos de Carmen Martín Gaite
  • Virginia Marín Marín
Teruel, José y Carmen Valcárcel, eds. Un lugar llamado Carmen Martín Gaite. Madrid: Siruela, 2014. Pp 224. ISBN 9788416120789.

Encabezadas por un prólogo asumido por José Teruel y finalizadas con una emotiva carta de Belén Gopegui, las trece rigurosas ponencias de los participantes de las jornadas de “Un lugar llamado Carmen Martín Gaite”, celebradas entre el 24 y el 26 de abril de 2013, contemplan, desde distintos flancos literarios, este ejemplo paradigmático de mujer entregada a las letras, Carmen Martín Gaite: el papel que la escritura desempeñó en el proceso de autodescubrimiento y construcción identitaria de la autora, la relación entre mujer y literatura en la España de 1950, el análisis de su poética, su exitosa trayectoria en Norteamérica y la variedad de sus inquietudes intelectuales.

En “Tres rebeldes y tres libros de 1958: Ángela Figuera Aymerich, Ana María Matute y Carmen Martín Gaite” (19–35), José Carlos Mainer escoge tres perfiles femeninos distintos. Ensaya, a través de sus obras más emblemáticas, en torno al encierro que vivieron muchas mujeres durante los años cincuenta. Bajo el epígrafe “Ángela Figuera, la rebelde tardía” retrata el camino de una poeta que logró convertirse en voz de la guerra y del cambio social. Mainer destaca en sus primeros textos el interior de una escritora que acepta su condición femenina de madre y esposa, mientras que en sus versos posteriores sobresalen la rebeldía y la angustia que la invaden fuera del ámbito doméstico. El autor señala el libro Belleza cruel (1958) como ejemplo ilustrador del ruido de la guerra, la impotencia de quien espera que se haga justicia contra los culpables y a su vez la esperanza de un cambio regenerador para España. La fortaleza de Figuera contrasta con la fragilidad de “Ana María Matute, la soñadora descontenta”. En este apartado el autor esboza cómo el mundo fantástico y la infancia se mezclan en cada uno de los textos para sobrellevar el peso de la realidad y la experiencia de la guerra, analizando con mesura la imagen invasiva y hostil de la España de posguerra a través de Los hijos muertos (1958). El modelo femenino que representa Martín Gaite se aleja de la soledad que envuelve a Matute para fundirse con el entorno social. Esa falta de comunicación en la que habitaba la anterior novelista es superada por Martín Gaite a través de su escritura, en una constante búsqueda de interlocutor. Por su parte, el encierro físico que exponía Matute en Los hijos muertos preside [End Page 188] también las obras de esta escritora. Así, en Entre visillos retrata el entorno de todas aquellas mujeres de clase media que vivían y respiraban a través de los visillos de sus ventanas.

“Carmen Martín Gaite y su relación con los Goytisolo-Carandell” (36–50), firmado por Carme Riera y Asunción Carandell, presenta la carta que Martín Gaite le envió a Carandell, esposa de José Agustín Goytisolo, el 24 de junio de 1957, que refleja las dificultades que tuvo que enfrentar una literata en la España de 1950. Las dos hojas manuscritas por las dos caras que componen la carta se convierten en una confesión de mujer a mujer, “no exenta de matices persuasivos” (37), con la que Martín Gaite pretende conmover a su destinataria para establecer un vínculo afectivo y emocional con ella: “Para mí estar con otra madre en mis mismas circunstancias sería un gran renuevo, y lo volvería a ver todo con la alegría que me es habitual, nos ayudaríamos mutuamente y nos haríamos compañía. ¿No lo crees tú?”. Estas reveladoras palabras exponen alguno de los temas que planteó con prudencia en su texto ensayístico “Desde la ventana”, como las relaciones de la mujer con la literatura.

En “La novela del inadaptado” (51–57), Manuel Longares reflexiona sobre Ritmo lento (1962) a trav...

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