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  • Crítica y meneítos (para arriba y para abajo)
  • Elsa Drucaroff
Rubí Carreño. Av. Independencia. Literatura, música e ideas de Chile disidente. Santiago: Editorial Cuarto Propio, 2013. Pp. 242. ISBN 97895626063325. FONDECYT 1110482.

Dicen que quienes escriben crítica hubieran querido escribir literatura pero en vez de arriesgarse prefieren el lugar del especialista, desde el que opinan con fundamento docto, analizan riesgos ajenos con pretendida objetividad, suben o bajan el pulgar a quienes se expusieron con su obra. Tienen bastante razón: gran parte de la crítica habla así. Av. Independencia hace lo contrario: está visceralmente decidida a que la crítica sea otra cosa sin renunciar a ser especialista o plantear fundamentos. Pero no se apoya en ellos para salvarse del riesgo sino que proclama sus puntos de vista, su subjetividad y más que subir o bajar pulgares hace preguntas, opina fuerte, cuenta sus gustos (a menudo poco “políticamente correctos”), dialoga con libros, canciones, películas, danzas, movidas culturales, expresiones artísticas. Lo hace no desde el lugar asimétrico de la académica sino desde la democrática posición de la semejante, la lectora que escucha, baila y aplaude o no; la que sí estudia y se especializó pero no se arroga por eso superioridad y sabe que “tiene que haber un cablecito que una la obra y vida para que haya cierta electricidad”.

En mi país se llama patovica al grandote que decide en los dancings quién entra y quién no, porque no tiene aspecto “correcto”. Hay una crítica patovica: cuida la puerta del Parnaso de la literatura para que no entre ningún morochito, ninguna pobretona. Av. Independencia… no es ni podrá nunca leerse como crítica patovica.

Elegí estudiar literatura, como muchos, por el enorme placer que me daban los libros, ventanas audaces para pensar cualquier cosa, criticar mi mundo, disfrutar o sufrir locamente mundos alternativos, identificarme con existencias diferentes en muchas situaciones. Deseaba con hambre profundizar, entender qué era, cómo se definía, se seguía pensando eso que era un centro en mi vida: la literatura. Pero cuando entré a estudiar entendí que mis motivos no eran bienvenidos. Por interesante que fuera la teoría literaria, tenía por objetivo hacerme desistir de conectar la literatura con la (mi) vida. Me predicaban que lo verosímil no es lo real y la ficción, autónoma. Tenían razón, pero agregaban que jamás debíamos volver a permitir que las emociones ganaran porque esos mundos donde nos sumergíamos antes de ser especialistas eran alucinaciones producidas por signos; la literatura es únicamente procedimiento y por eso no corresponde juntarla con la vida, la [End Page 201] rabia o el deseo. Y mucho menos con la política. “Los peligros de leer en la cama” es un artículo de Av. Independencia. … cuyo título remite al libro de la argentina Mariana Enríquez pero alude a algo más: lo que quisieron enseñarme y tantos enseñan es eso: no se lee en la cama sino en el escritorio, derechita la columna, midiendo cada palabra para que no haya riesgo.

Porque en Argentina o Chile vimos qué les pasó a quienes leyeron de cualquier modo, en cualquier lado. Muchos eligieron nuestra especialidad por mis motivos pero algunos se domesticaron y ahora domestican nuevos estudiantes. Unos pocos seguimos leyendo en la cama. Sabemos de procedimientos, verosimilitud, autonomía del arte y especificidad y consistencia de la semiosis que no se funde con eso que llaman real, pero conservamos la fuerza joven que nos empujó a elegir la literatura. Aprendimos que para estudiar obras literarias con rigor (y para escribirlas) se necesita conciencia del procedimiento pero no eludimos la vida por eso y damos pelea contra este mundo injusto. Carreño no se regodea en su posición de enunciadora prestigiosa o en el placer narcisista de la letra impresa para el currículum; tampoco en la trillada moda de las poéticas jergas huecas del postestructuralismo francés.

Rubí denuncia: los profesores de literatura piden “el mero reconocimiento de estructuras y conceptos teóricos” ya desde la secundaria y...

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