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Reviewed by:
  • Documents in Crisis: Nonfiction Literatures in Twentieth-Century Mexico by Beth E. Jörgensen
  • Linda Egan
Jörgensen, Beth E. Documents in Crisis: Nonfiction Literatures in Twentieth-Century Mexico. New York: SUNY, 2011. 224 pp. ISBN: 978-143-843-938-9.

Al iniciar los análisis de este libro sobre la escritura no ficticia del siglo pasado, Beth Jörgensen establece las bases teóricas de sus lecturas (Ricoeur, Barthes, Derrida, Foucault, H. White y L. Hutcheon, et al). La autora relaciona éstas al debate de hace veinticinco años acerca de la identidad genérica de obras celebradas como el Hasta no verte, Jesús mío de Elena Poniatowska y la índole curiosa de la forma entonces emergente llamada testimonio. Con lo que ya sabemos de otros libros sobre el género de la crónica, llegamos a aceptar como constitutiva la naturaleza binaria de esta forma (periodismo literario: reportaje e impacto estético); también llegamos a considerar la base verídica de la autobiografía como menos que transparente. La autora elabora e ilustra textualmente cinco agrupaciones genéricas de la no-ficción en México: la autobiografía; el testimonio y la etno-autobiografía; las memorias; el ensayo histórico y la crónica de hoy en día practicada por Elena Poniatowska, Carlos Monsiváis y Juan Villoro, entre otros. Sus lecturas, siempre enmarcadas por una u otra teoría, contribuyen inteligentemente a la prominencia de la no-ficción que se percibe en México, donde los ciudadanos posiblemente sientan una necesidad aguda de “impose order on the chaotic events of periods of social crisis through the meaning-making activities of storytelling” (30).

Al hablar de textos autobiográficos, Jörgensen juzga que El águila y la serpiente de Martín Luis Guzmán no es ficticia pero cuyo lenguaje sin embargo impone sobre el texto fuertes pretensiones al estatus ficcional. Con aun más convicción, el mismo estatus se le atribuye a Las memorias de Pancho Villa, supuestamente un relato de primera persona, de Villa; en realidad, es el autor Guzmán quien habla. Así mismo, el Cartucho autobiográfico de Nellie Campobello parece más ficcional que la biografía que escribió acerda de su héroe Pancho Villa. De hecho, la crónica que más parece ofrecer un discurso verídico es, según Jörgensen, The Wind that Swept Mexico de Anita Brenner; su lenguaje es menos poético que el alto lirismo de Guzmán y Campobello.

En otro capítulo, la autora sigue matizando su visión sutil de autobiografía e historia al examinar en detalle los escritos de José Vasconcelos y María Luisa Puga. Nos quedamos con una mirada novedosa de estas historias viejas; aplica nociones de la memoria y la intertextualidad al Ulises criollo del ateneísta, y a tres obras de María Luisa Puga: De cuerpo entero: el espacio de la escritura, Crónicas de una oriunda del kilómetro X en Michoacán, y Diario del dolor. Para ilustrar la definición perennemente esquiva de estos textos – es decir, las varias miradas que los perciben –, Jörgensen cita una búsqueda en la biblioteca, la cual revela que las consignaciones diversas de un libro puede a veces causar que termine “stunningly misshelved” (95). Las obras analizadas en este libro revelador parecen deambular por toda la biblioteca en busca de una etiqueta estable.

En otro capítulo sobre la escritura de vidas, la autora se enfoca en el subgénero ya reconocido como testimonio, y además en las narraciones de esclavos. Brinda un favor a estudiantes de literatura, cultura e historia a través de su lectura de Benita [End Page 341] Galeana, la autobiografía de una soldadera revolucionaria y luego activista comunista. El papel que hace la oralidad en el género testimonial queda particularmente claro con Benita; esta mujer fuerte no permite que su analfabetismo funcional impida la producción de una historia personal que es al mismo tiempo autobiografía y testimonio (110). Este capítulo también examina los marcadores genéricos de Juan Pérez Jolote; como las...

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