In lieu of an abstract, here is a brief excerpt of the content:

  • Ciclo, de Andrea Martínez Crowther, o los avatares en el camino
  • Graciela Martínez-Zalce

Debido a que podríamos colocar Ciclo (2012), largometraje de la cineasta méxico-canadiense Andrea Martínez Crowther (Toronto, 1968), en diversos géneros, no precisamente pertenecientes a la forma documental (el road movie, el cine cartográfico y la autobiografía), me pareció que su guión, escrito por ella misma, sería un ejemplo ideal para analizar en el seno de las nuevas escrituras de quienes ejercen el oficio en estas primeras décadas del nuevo siglo, ya que, al conjuntar subgéneros, de alguna manera rompe con las convenciones de la forma en la cual se inscribe.

1. La escritura para cine y la forma documental

Existe en nuestros días una corriente de creadores que habla de un género literario, la escritura para cine, que los estudiosos en general ignoran, quizá porque, como lo señala un tanto poéticamente María de Lourdes López, el guión “es . . . para dejar de ser” (27). Varias podrían ser las razones por las cuales no se le toma en cuenta dentro de los estudios literarios y, evidentemente, la primera es la mencionada antes: el guión se utiliza como un vehículo para hacer una película. De esta manera, el nombre de quien lo ha escrito aparece en medio de otra serie de nombres, como los de los actores y actrices que conforman el reparto, y que quizá le serán más reconocibles y atractivos al público. Entonces, la mayoría de las veces, el espectador no tiene acceso directo al guión, sólo lo ve transformado en otro producto; es más, le llega en un lenguaje que no es el de la escritura, sino el audiovisual. Por último, son pocos los guiones que se publican en forma de libro, de tal modo que no son accesibles para todos los lectores: sólo los curiosos se dan a la tarea de buscar, encontrar (en caso de que sea posible) y leer aquello que, como dice Ana Cruz, está antes de la película. [End Page 111]

En “Escribir cine,” Paula Markovitch afirma que el propósito principal de los “textos para cine” – así denomina ella a los guiones – es ser leídos, y que son literatura porque su fuerza radica tanto en su manifestación verbal como en la transparencia de las palabras que permiten que un universo se vislumbre a través de las mismas. En “¿Quién es el autor de la película?,” la misma Markovitch sostiene que en la escritura para cine, en el guión, se aterriza una idea, un estímulo, pero la autoría del texto es de quien lo escribe y la “puesta en cámara le otorga un nuevo sentido al texto dramático” (71), aunque nunca debe perderse de vista que se trata de dos momentos distintos y que “antes del texto no hay nada que poner en escena” (74).

Sin embargo, Carlos Mendoza habla en El ojo con memoria de cómo se ha considerado que en el cine documental el guión es una especie de camisa de fuerza de la cual debe prescindirse debido a que el trabajo del documentalista puede encontrarse con “un pasaporte a la aventura y al arrebato lírico: captar la realidad al vuelo [. . .] parece un trabajo [. . .] alejado de rutinas o ejercicios de disciplina” (33). La improvisación continúa, y el registro de situaciones e imágenes sobre la marcha del rodaje es parte fundamental del género, pero, en su opinión, acogerse sólo a la intuición y a la percepción de lo inmediato no entrega los mejores resultados. Por ello, redactar un guión para un documental implica poner en palabras lo que se imagina, disminuyendo así la posibilidad de dispersarse. “Conforme el documentalista se ejercita describiendo en papel lo que será su película, estará obligándose a repasar todo aquello que su labor de investigación le permitió conocer” (35).

Es importante señalar que Andrea Martínez Crowther debe compartir todo lo anterior, pues tanto...

pdf

Share