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  • El amor vivificante de Antígona González, de Sara Uribe
  • Luz Elena Zamudio Rodríguez

Para Ana Rosa Domenellaque me obsequió el tema.

Es una estirpe la que Antígona fundao al menos nos da a ver. En el lenguajede hoy, un arquetipo.

María Zambrano, La tumba de Antígona (34)

Las obras que he leído donde Antígona es protagonista manifiestan el dolor de las víctimas que el abuso del poder ocasiona. Este sufrimiento ha sido también motivo para otras expresiones artísticas: Félix Mendelssohn compuso en 1841 la música incidental para la tragedia Antígona de Sófocles por encargo del rey Federico Guillermo IV de Prusia; el artista inglés Frederic Leighton pintó al óleo el cuadro Antígona en 1882; Jean Cocteau realizó en 1927 una versión teatral de Antígona; José Bergamín, inspirado en la tragedia que vivió España con la Guerra Civil, escribió en los años cincuenta la obra de teatro La sangre de Antígona; el puertorriqueño Luis Rafael Sánchez elaboró la obra teatral La pasión según Antígona Pérez en 1970; asimismo, Rubén Ochandiano escribió otra versión teatral de Antígona, inspirado en la de Jean Anovilh, que se estrenó en Madrid en 2013.

George Steiner, crítico y teórico de la literatura nacido en 1929, afirma en el prefacio de su libro Antígonas. La travesía de un mito universal por la historia de occidente1 (1990): “Antígona de Sófocles no es un texto ‘cualquiera’. Es uno de los hechos perdurables y canónicos en la historia de nuestra [End Page 35] conciencia filosófica, literaria y política” (15). Otra cita que explica el punto de vista de Steiner sobre la Antígona del griego nacido en Colona se encuentra al inicio del primer capítulo: “entre alrededor de 1790 y 1905 poetas, filósofos e intelectuales europeos sustentaban la difundida opinión de que la Antígona de Sófocles era no sólo la más excelente de las tragedias griegas sino una obra de arte más cercana a la perfección que cualquier otra producida por el espíritu humano” (17).

La Antígona de Sófocles sigue cobrando vida de diferentes maneras, lo que ha convertido a su protagonista en un arquetipo de la mujer que es fiel a sus seres queridos, aún después de muertos. Un ejemplo es la obra que dio lugar al presente trabajo: Antígona González (2012) de Sara Uribe (Querétaro, Querétaro, 1978), que fue escrita por encargo de la actriz Sandra Muñoz, quien dirigió la representación teatral –junto con Marcial Salinas– estrenada el 29 abril de 2012 en Tampico, Tamaulipas (Uribe 103); en diciembre del mismo año la obra fue publicada como libro, en una segunda versión, en Oaxaca de Juárez por sur+ ediciones (carece de registro ISBN).

Antes de entrar al análisis de Antígona González haré algunas reflexiones a partir de lo que Gerard Genette denomina los “umbrales” o paratextos, que están afuera de un texto pero que permiten iniciar su lectura con informaciones que alertan al lector. Comenzaré destacando la mezcla cultural que sugiere el título, ensamble formado con el nombre de origen griego de la protagonista y con un apellido muy común en México; de esta manera se extienden el tiempo y el espacio, pues se va de Sófocles a Sara Uribe y de la antigua Grecia al México actual.

Por otro lado, en las “Notas finales y referencias” de Antígona González se define al libro como “una pieza conceptual basada en la apropiación, inter-vención y reescritura” (103). En el contexto de la obra, el que sea calificada como “pieza conceptual” implica que se busca representar la realidad vivida en México en los últimos años. El motivo que se expone no es nuevo, por ello se habla de “reescritura” (en ningún momento se presume originalidad); la circunstancia experimentada por el personaje Antígona de...

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