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Reviewed by:
  • Nostalgia de la unidad natural: La poesía de José Carlos Becerra by Ignacio Ruiz-Pérez
  • José Pablo Villalobos
Ruiz-Pérez, Ignacio. Nostalgia de la unidad natural: La poesía de José Carlos Becerra. 2fi ed. Toluca: Instituto Mexiquense de Cultura, 2011. 164 pp.

Con su análisis de la obra de José Carlos Becerra (1936-1970), Ignacio Ruiz-Pérez suple de manera encomiable la obvia necesidad de estudios sobre un autor que ha caído en cierto abandono por la crítica, a pesar del reconocimiento que le brindan tanto sus contemporáneos como poetas de generaciones recientes. De hecho, Nostalgia de la unidad natural, junto con el tomo titulado José Carlos Becerra: Los signos de la búsqueda editado por Miguel Ángel Ruiz Magdónel (Tierra Adentro, 2002), se deberían considerar lectura esencial para quienes aborden la obra del poeta tabasqueño.

El tomo de Ruiz-Pérez se estructura de manera cronológica, correspondiendo al orden en que se escribe y publica la poesía de Becerra según establecen José Emilio Pacheco y Gabriel Zaid en su antología de obra poética, entrevistas y correspondencia del autor, El otoño recorre las islas (1973). Dividido en una introducción, dos capítulos—con tres divisiones cada uno—, un epílogo y una bibliografía minuciosamente construida, el texto hace un recorrido bastante detallado de la evolución del poeta en relación a la “unidad natural” que al iniciar su carrera se percibe como parte de su ser pero que pronto se desenvuelve en la fragmentación. Esa ruptura, causada en gran parte por la urbe y demás proyectos de la modernidad, se manifiesta en la escisión convertida en un infranqueable vacío entre el sujeto poético y lo que en algún momento creyó ser, por naturaleza, una extensión de sí mismo.

En el primer capítulo, Ruiz-Pérez toma como punto de partida la acertada propuesta de que en Los muelles se evidencia un sujeto unitario que cree en la palabra como signo que comprende ambos significado y significante: “un común acuerdo entre las palabras y las cosas” (17). La palabra es vista en estos poemas tempranos como clave para el entendimiento del mundo y como vehículo metafísico propicio para trascender los límites de la materia. Esta fe “en los poderes liberadores del vocablo” (27), en “decir para fundar, decir para crear” (21), comienza a desvanecerse tanto en Oscura palabra como en las dos primeras partes de Relación de los hechos, en donde se reconoce cómo el tiempo lima el poder anteriormente atribuido a la palabra de poder congelar y captar la materia. Según la propuesta de Ruiz-Pérez, una lectura cronológica de la obra de Becerra acaba por conducirnos a la conclusión de que “el vocablo es una convención humana” que fracasa ante un sujeto siempre cambiante lo cual hace patente su disociación con lo que intenta nombrar (39). La palabra fracasa “porque su facultad de representación falsea la realidad objetiva … es impotente para fijar y aprehender … para hacer presente al sujeto deseado” (55). Para todo esto, a lo largo del libro entero, Ruiz-Pérez demuestra su lectura cuidadosa de la obra de Becerra, y ofrece múltiples pruebas para asentar lo que propone. Por ejemplo, del poema “Rueda nocturna” dos versos que sitúan la incapacidad nominativa de la palabra: “Y al consignar un ademán tuyo, un acto tuyo, te veo desaparecer en estas palabras / y todo es inventado de nuevo” (62).

El segundo capítulo inicia con las dos restantes partes de Relación de los hechos, desde donde Ruiz-Pérez señala un cambio de la preocupación por el tiempo a [End Page 674] una preocupación por la posición del sujeto ante la modernidad. Si antes la palabra no puede contra el tiempo, en los poemarios La Venta, Fiestas de invierno y Cómo retrasar la aparición de las hormigas la palabra aparece desgastada en la ciudad moderna plasmada de los mass media que hacen del sujeto (como...

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