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  • La nieve negra de Sor Juana: de Anaxágoras a Enrique Lihn, pasando por San Agustín y Ramírez de Prado
  • Ignacio Arellano

Para leer los textos ingeniosos del Siglo de Oro, entre ellos los de Sor Juana Inés de la Cruz, hay que analizar con precisión el contexto inmediato, el contexto amplio cultural y de las alusiones ingeniosas, y el sentido global del poema o el pasaje.

En un poema que dedica a los celos (“Si es causa Amor productiva”),1 se refiere Sor Juana a los que pretenden exhibir agudeza probando cosas absurdas, y defendiendo lo más extravagante, que es lo que hace Montoro en un poema sobre los celos2 (al que responde Sor Juana con el suyo): “Discurre con ingenuidad ingeniosa sobre la pasión de los celos [. . .] y contradice un problema de don Josef Montoro, uno de los más célebres poetas de este siglo.”

Si es causa amor productiva de diversidad de afectos, que con producirlos todos se perficiona a sí mesmo, y si el uno de los más naturales son los celos ¿cómo sin tenerlos puede el amor estar perfecto? (vv. 1–8) [. . .] ¡Oh doctísimo Montoro, asombro de nuestros tiempos, injuria de los Virgilios, [End Page 169] afrenta de los Homeros! Cuando de amor prescindiste este inseparable afecto, precisión que solo pudo formarla tu entendimiento, bien se ve que solo fue la empresa de tus talentos el probar lo más difícil, no persuadir a creerlo, al modo que aquellos que sutilmente defendieron que de la nube los ampos se visten de color negro: [. . .] Probar lo que no es probable bien se ve que fue el intento...

(vv. 253–274; Inundación castálida; ed. Sabat de Rivers 120; ed. González Boixo 93)

Méndez Plancarte enmienda la nube del v. 267 por nieve “claro por el sentido y según nota Ms. antigua de nuestro ejemplar” (Méndez Plancarte, I, 366).3 Sabat de Rivers mantiene la lectura de Inundación castálida (1689) y señala que Sor Juana puede haber sufrido un lapsus y confundir nieve por nube, y se inclina al fin por “nube.” González Boixo se acoge a la definición de ampo “albura y candor de la nieve” y supone que Sor Juana pudo equivocarse, o que quizá haya una errata en Inundación; mantiene la lectura antigua y se confunde en una explicación parcial que copia mal de Sabat de Rivers, afirmando que los calumniadores son los que defendían que la nieve era negra, según Cicerón. Alatorre pontifica muy seguro que “nadie defendió que la nieve se viste de negro, que es lo que imprime Méndez Plancarte” (500).

¿Será nube o nieve? ¿Alguien defendió alguna vez que la nieve es negra? Examinemos primero la coherencia poética del texto: no tiene sentido ponderar la sutileza de los que dicen que las nubes se visten de negro, cosa común en las tormentas. En el CORDE se recogen 76 casos del sintagma “nube negra,” 66 de “nubes negras,” 42 de “negra nube,” y 74 de “negras nubes.” Entre algunos pocos casos del Siglo de Oro encontramos los siguientes:

“se abrió una nube negra de donde salió un globo de fuego”

(Barrionuevo)

“negras nubes hurtaron a los ojos de los afligidos navegantes el cielo”

(Gómez de Tejada) [End Page 170]

“cubriéndose el cielo de nubes negras, comenzó tan horrible tempestad”

(Barrionuevo)

“por unas nubes negras truenos y piedra amenaza”

(Lope de Vega)

“cubriéndose de nubes negras”

(Gómez de Tejada)

“sobre las nubes negras tremolan las plumas blancas”

(Antonio Hurtado de Mendoza)

“nubes negras y espesas, turbias”

(Fray Juan de los Ángeles)

“Los cabellos negros, / la niña blanca / entre nubes negras / parece el alba”

(anónimo)

“las nubes negras y la blanca nieve”

(José de Valdivielso)

Es decir, que lo sutil sería decir que la nieve se viste de negro, no que las nubes lo hacen.

Las lecturas adoptadas por los editores posteriores a Méndez Plancarte y la apostilla de Alatorre hacen absurdo el texto de Sor Juana, demostrando que no han leído...

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