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  • Tanteando los límites de la censura:Hojas de Parra, salto mortal en un acto
  • Oscar Lepeley

Una de las más fuertes advertencias enviadas por la dictadura chilena a la gente de teatro y a la intelectualidad disidente, en lo que se podría denominar “censura de facto”, fue el incendio supuestamente intencionado del Teatro-carpa “La Feria” en marzo de 1977. Allí la compañía La Feria presentó desde el 24 de febrero la obra Hojas de Parra, salto mortal en un acto, basada en textos de José Manuel Salcedo, Jaime Vadell y Nicanor Parra—la mayoría de los del último ya habían sido publicados. Luego de seis días de exitosas representaciones y tras un furibundo ataque del diario oficialista La Segunda, el cual en un artículo titulado “Infame ataque al gobierno” la denunciaba como una obra antigobiernista (Ehrmann, “Hojas” 10),1 el recinto en el cual se representaba—una carpa de circo—fue clausurada por funcionarios del Servicio de Higiene Ambiental del Servicio Nacional de Salud, declarándose el lugar como “insalubre”.2 Para nadie fue un secreto que la obra estaba siendo censurada, aunque el propio autor/actor José Manuel Salcedo trató conciliatoriamente de presentar en un principio la situación como un exceso de celo por parte de los funcionarios de higiene ambiental y declaró que a “las autoridades que les corresponde juzgar en la materia teatral no habrían objetado la obra desde el punto de vista político cuando asistieron a la función” (S. P. B. 25).3 Al lograr que se levantara esta clausura le siguió de inmediato una nueva, esta vez por parte de la autoridad municipal, la cual finalmente coincidió con la drástica e inapelable quema de la carpa a través de manos desconocidas, las cuales actuaron con toda impunidad en horas de toque de queda nocturno—la bomba explotó a las dos de la mañana.

Este hecho causó comprensible conmoción en el medio teatral y artístico chileno, más aun cuando se tiene en cuenta que había habido por esos días una serie de atentados contra locales en que artistas disidentes [End Page 135] intentaban reiniciar sus actividades artísticas públicas después del golpe. Salcedo recuerda que hasta la propia gente de teatro los acusó veladamente de provocadores e irresponsables por atreverse a desafiar la censura al tratar temas que criticaban a la dictadura (Pottlitzer 21). Este trabajo se propone explorar las verdaderas razones por las cuales esta pieza de teatro-circo causó la indignación de las autoridades militares y tuvo que ser acallada con el incendio del local. El teatro chileno por la época estaba tanteando los límites de la censura/autocensura, para ser capaz de aludir a la referencialidad que significaba la vida en dictadura. Esta obra es uno de los hitos en esta dirección. Si bien es cierto que nunca se pudo probar quiénes causaron el incendio, todas las evidencias sugieren que fueron manos adictas al régimen o agentes del estado. La obra, a treinta y seis años de su estreno, permanece inédita, y para este trabajo se consultó el manuscrito que posee la Biblioteca de Teatro de la Universidad Católica de Santiago de Chile. Se propone que el contenido altamente referencial a la situación desmedrada de la sociedad chilena bajo la dictadura produjo su censura de facto.

La estrategia dramática usada es la del teatro-circo. El texto recalca la idea de que la representación toma lugar en: “Un circo instalado como tal” (Salcedo, et. al. 1). Al ingresar la banda entran también dos obreros que llevan sendas cruces blancas, los cuales proceden a instalarlas en ese sector. Esta acción la repetirán durante toda la representación “casi sin interrupción” (1). De esta manera “las cruces van a ir invadiendo progresivamente todo el local”, pasillos y escenario (1). Recordemos que en el libro Hojas de Parra, de Nicanor Parra, aparecen “Los 4 sonetos del Apocalipsis”, los cuales consisten precisamente en los clásicos cuartetos y tercetos pero las letras han sido reemplazadas sólo con una...

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