About The Artists: Miguel Brieva and Norma Guzmán

The Arizona Journal of Hispanic Cultural Studies is pleased to feature Miguel Brieva’s illustration, “Creemos en el dinero” on the cover of this issue. See Steven Torres’s article, also in this issue: “Extrañamiento y subversión de la imagen en Dinero de Miguel Brieva” (page 49).

Norma Guzmán nace en Caracas, Venezuela, el 12 de septiembre de 1971. Se interesa desde temprana edad en el dibujo, cuya técnica perfecciona en la Escuela de Arte Federico Brandt. (1995). Cursa estudios en Universidad Central de Venezuela titulándose como arquitecta (1995), posteriormente ingresa al Instituto Superior de Artes Plásticas Armando Reverón (2005) donde experimenta con varios medios, especialmente con la escultura.

Su avidez creadora la obliga a asirse de cualquier soporte que se le presente a la mano: una libreta de notas, alguna hoja suelta en blanco o hasta de una servilleta de papel, para comenzar a trazar con cada línea los linderos de un mundo arquitectónicamente ficcionado. Ahora bien, en las ocasiones en las cuales no se puede valer del trazo, apela por la cámara y, con igual dinamismo, dispara sin cesar hasta capturar el alma de los lánguidos personajes de la calle.

El resultado en ambos gestos creadores es vivificante, en uno da vida a un espacio visualmente habitable, observar las torres, los puentes y en general las ciudades esbozadas por Guzmán nos invitan al recorrido, y al lúdico ejercicio de deambular entre tensores, escaleras o serpentear entre cuadriculas de dameros.

Cuando la cámara es el filtro las consecuencias tienen el mismo efecto, en este caso no se parte de la ficción espacial, sino que por el contrario la pieza surge de la inclemencia urbana, la cual es decodificada y recargada de un aura estimulante que sin el proceso fotográfico resulta inapreciable.

A diferencia de muchos artistas que, como suelen decir: “prefieren que sus obras hablen por ellos,” Norma no tiene complicación alguna en autodefinirse: “Me declaro libre pensadora, sedienta de conocimiento y sabiduría, expreso autodescubrimientos y críticas a través del arte como medio de comunicación sin fronteras físicas ni intelectuales. No creo en las etiquetas y lo afirmo valorando la esencia” (Cronopios 2008–2011).

Los hidrantes son tan propios del ámbito urbano como el concreto mismo. Solitarios e inmóviles son a diario obviados por los cientos de transeúntes que con un movimiento autómata los esquivan sin interrumpir su acelerado caminar por la acera. En algún esporádico instante de nuestra convulsa rutina reparamos en su existencia, su función y su justificada disposición en cada esquina de esta inclemente ciudad. Alcantarillas, basura y perros son sus confidentes inseparables.

Muchos en maligna acción los han agredido, mutilado, pintado, y hasta sepultado en la masa sólida del cemento, unos pocos hemos tenido la fortuna de verlos en uso combatiendo al ardiente fuego con el vital líquido que de ellos brota, otros como Norma Guzmán confiesan “tenerles cariño”, ella no sólo los observa, sino que les ha dado papel protagónico en el encuadre de su cámara; su lente como extensión de su ojo captura repetidas veces los momentos en que estas inertes piezas de metal cobran vida. En cada imagen, la luz y las características del entorno definen actitudes particulares en cada hidrante, vislumbramos en algunos casos expresiones, gestos, e incluso escuchamos el inhalar y exhalar de estas criaturas. No es casual que la referencia literaria de la artista para identificar a sus queridos personajes sea el término cortaziano de cronopios.

Julio Cortázar (1914–1984) describe en sus narraciones cortas a estos individuos como seres cándidos, románticos, desconcertados y poco comunes, muy diferentes a los famas, que son disciplinados y pedantes; y las esperanzas: sencillas, apáticas y aburridas. Nuestra creadora por su parte hace lo propio valiéndose de la fotografía, en este caso el arte es el detonante que catapulta a los hidrantes a un estrato más...