Abstract

Este ensayo propone leer Villa Miseria también es América (1957) de Bernardo Verbitsky como una propuesta para superar el binario político-afectivo de la revolución anti-peronista de la década del 1950. En primer lugar, se argumenta que el personaje José Rodríguez, estudiante de izquierda torturado por el régimen peronista, puede entenderse como un retrato del artista comprometido. Luego, se establecen conexiones entre los intereses estéticos de este personaje y los del movimiento de vanguardia informalista, haciendo hincapié en la serie de collages Paisajes suburbanos (1958–61) de Kenneth Kemble. Al comparar los materiales que componen los paisajes villeros que produce Kemble y los materiales que le interesan al personaje, el ensayo afirma que Verbitsky privilegia los nuevos elementos culturales producidos en la villa. Estos elementos se producen mediante las interacciones fragmentadas entre una comunidad de inmigrantes paraguayos, hablantes del guaraní, y los migrantes argentinos hispanohablantes. La presentación de estos nuevos materiales obliga a que los espectadores y los lectores superen su tendencia a entender las villas miseria y los sectores populares dentro del “régimen emocional” del (anti)peronismo y que interpreten en cambio esas mismas realidades mediante nuevas categorías culturales que emergen de la nueva economía global de la Guerra Fría.

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