Macho, varón, masculino: Estudios sobre masculinidades en Cuba (review)

Era un libro esperado, en donde Julio César González Pagés, historiador cubano, conocido por su labor pionera en los estudios de género en la isla, reseña la trayectoria recorrida por las investigaciones acerca de las masculinidades. El título, recogido de la fraseología popular de la época de las abuelas del siglo xx, y las caricaturas que encabezan cada parte, son elementos de presentación que convocan a los lectores con la promesa de una lectura picaresca. Cada una de ellas se consagra a un tema con los que el debate sobre las masculinidades ha estado asociado desde su origen: el feminismo, la violencia, la sexualidad, la paternidad y la migración.

La introducción, "Masculinidades, generando el debate", se remonta a la división del trabajo por sexos en la sociedad patriarcal y define conceptos que serán utilizados en la obra: género, patriarcado, roles de género, espacio público y privado, masculinidad. El autor reseña los principales derroteros por los que han transitado dichos estudios y se detiene en la pro-feminista, opción teórica desde la cual escribe. Señala el inicio en la isla, a partir de las iniciativas de la Federación de Mujeres Cubanas y el Movimiento Cubano por la Paz en la década del 90, de los primeros talleres de educación en género; y destaca la labor pionera de la Universidad de la Habana, aunque se echa de menos la mención a otras instituciones académicas.

Los primeros capítulos recorren temas bastante conocidos, empezando con el feminismo entre la segunda mitad del siglo xix y la primera del siglo xx, desde posiciones francamente antifeministas hasta la pionera colección de artículos de Mariblanca Sabas Alomá, pero no llega a resultar una síntesis significativa de un proceso complejo del que el autor ha demostrado ser un conocedor. En cuanto a la violencia de género, se atribuye una clasificación de tipos de violencia que cuenta con una historia ajena, y no conecta el legado internacional con las realizaciones de otros investigadores de la isla, donde prevalece una visión androcéntrica.

El pasaje dedicado a los deportes violentos como ejercicio de la masculinidad hegemónica no resulta convincente para quien necesite orientación en los temas cubanos y conocer lo avanzado en la transformación de la mentalidad. El ejemplo de unos adolescentes que narran sus competencias en zonas del litoral norte para probar su masculinidad y conquistar muchachas no pasa de mera ilustración a pesar de la magnitud del problema reflejado. De nada vale convocar a "las autoridades y a los órganos de poder" (57) para que combatan la violencia callejera, si el tratamiento de un tema tan sensible se hace desde una perspectiva distanciada.

El capítulo sobre la sexualidad fue elaborado con resultados de una encuesta que no parece haber ido más allá de constataciones que desembocan en un diagnóstico esperado. Comienza con una alusión provocadora—el "miembro" ilustre—pero si lo que se pretende es recalcar la necesidad de abrir el diálogo social a los temas de la sexualidad, muy necesitados de transparencia en una perspectiva de transformación social, no se explica la enumeración de piezas teatrales cuyo mensaje se mantiene dentro del espíritu falocrático que se aspira a transformar.

El penúltimo capítulo se refiere al tema de la paternidad asumida, un reclamo derivado de los excesos del feminismo militante de los primeros tiempos. El capítulo contrasta con el anterior al caer de lleno en los problemas de conciencia que plantea a los hombres la asunción del rol, cuando se sienten excluidos por prácticas femeninas que reaccionan contra la desigual atribución de responsabilidades sociales a unas y otros.

Con lucidez reflexiona sobre la diferencia de matices en el ejercicio de la paternidad cuando existe convivencia, pero evade...