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  • In Memoriam: Raquel Seoane (1932–2012)Uruguaya de nacimiento, mexicana por tarea, latinoamericana como ejemplo.
  • Felipe Galván

Un cáncer óseo y pulmonar finalizó el desarrollo en la humanidad de Raquel Seoane la madrugada del 17 de marzo de 2012. Se cierra con ello una carrera de grandes aportaciones al teatro independiente mexicano, en una traslación que inició en Uruguay, cerca de la gran cuna independentista teatral argentina.

Raquel Seoane, con su gran experiencia a cuestas, llegaría a México con el famoso grupo uruguayo del gran maestro Atahualpa del Cioppo, El galpón, en 1976. Eran los años de las sangrientas dictaduras conosureñas, despiadadas y enemigas declaradas de la cultura democrática como la practicada por el teatro independiente; por tanto la célebre institución teatral uruguaya perdió local, libertad y, por unos años, patria. Raquel, como disciplinada integrante de El galpón, marchó al exilio mexicano donde brilló con sus compañeros y compatriotas por tres años.

Es a partir de su separación de El galpón que se tejió la trascendente tarea de Raquel Seoane. En 1981 Raquel y su compatriota y compañero Blas Braidot, acompañados por Mario Ficachi y Luisa Huertas, fundaron la paradigmática Institución Teatral Independiente Contigo América. Esta ha representado un parteaguas en el independentismo teatral mexicano.

El teatro independiente mexicano que nació casi silvestremente en 1968 y explotó con enorme fuerza en 1973 se debatía entonces entre el compromiso estético y el inmediatismo político, cuando fue confrontado con los planteamientos de la Institución Teatral. En 1976, apareció en la escena nacional el impactante elenco uruguayo en el exilio. Sin embargo sería Contigo América, a partir de 1981, quien transformó el ejemplo visto en los ocho años [End Page 209] de estancia de El galpón en México en treinta y un años de práctica, escuela, producción y poética teatral para el teatro mexicano; la columna vertebral de esos años ha sido Raquel Seoane, poco más de veinte años acompañada y acompañando a Blas Braidot, el resto del tiempo con la única fuerza de sus ejemplares voluntad, conocimiento y sensibilidad.

Actriz, directora, pedagoga y, sobre todo, responsable viva de la trascendente poética teatral independentista latinoamericana en México, divulga y ejemplifica cómo la organización democrática conjugada con el alto rigor estético conforman la plataforma de esa creación teatral particular: la independiente institucionalizada, en la que la necesidad humana de la comunicación escénica, resonando en la colectividad creativa, se genera sin barreras de burocracia cultural, de comercio o de intereses extraños a la producción de metáforas escénicas, para ser entonces dirigidas a receptores interactivos.

Muchas tareas dejó encargadas Raquel Seoane, pero su claridad, compromiso y sensibilidad señalaron perfectamente dónde se está, hacia dónde se va y qué y cómo se debe resolver el quehacer de hoy para capitalizar el ayer como aporte al mañana que se construye hoy.

¿Cuántos años más pudo durar Raquel Seoane, después de sus ochenta años casi cumplidos? Físicamente algunos pocos, pero sus enseñanzas, su ejemplo y su filosofía sobre el trabajo teatral para proponer aún en los tiempos más oscuros del neoliberalismo devastador de culturas permanecen como guía de quienes la heredan directamente y como saber para las generaciones por venir, que vendrán pese al desprecio actual a la creatividad artística; pues en la humanidad siempre existirán seres paradigmáticos como esta señora del teatro latinoamericano, que hoy nos abandonó físicamente: Raquel Seoane. [End Page 210]

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