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Reviewed by:
  • Specters of Conquest: Indigenous Absence in Transatlantic Literature
  • Gustavo Verdesio
Lifshey, Adam. Specters of Conquest: Indigenous Absence in Transatlantic Literature. New York: Fordham UP, 2010. 182 pp.

El título de este libro puede resultar engañoso: si bien promete un análisis de inspiración derrideana, en realidad los contenidos y el marco teórico que lo constituyen poco y nada tienen que ver con las ideas desarrolladas por el filósofo argelino en el libro que dedicó a Karl Marx y sus espectros. Otros potenciales decepcionados son aquellos interesados en elaboraciones críticas o teóricas relacionadas con el paradigma de los estudios transatlánticos, debido a que el autor no define jamás lo transatlántico, a pesar de usar el término a lo largo del libro. Veamos, entonces, qué es lo que Adam Lifshey intenta hacer en Specters of Conquest.

Ante todo, se propone encontrar relaciones entre textos muy distantes en el tiempo y en el espacio, escritos en distintas lenguas y pertenecientes a géneros muy diferentes. Por ello estudia, por ejemplo, en el primer capítulo, el diario del primer viaje de Cristóbal Colón junto con un texto de William Carlos Williams que evoca esa aventura; o, dos capítulos después, las andanzas de Robinson Crusoe (personaje literario de una novela en inglés) y las de Álvar Núñez Cabeza de Vaca (personaje histórico que escribió en castellano sobre sus desventuras americanas). Descrito así, el proyecto suena prometedor. Lamentablemente, los resultados no están a la altura de su promesa. [End Page 340]

Para empezar, a la mencionada falta de definición de lo transatlántico se suma un indiscriminado (y por momentos irritantemente repetitivo) uso de términos que refieren a fantasmas: en especial, spectre, revenant y ghost, vocablos entre los que el autor no distingue y que usa como sinónimos a lo largo de todo el texto, a pesar de que no solo provienen de tradiciones culturales diferentes, sino que además representan o describen tipos muy distintos de “apariciones”. Para Lifshey, todo parece ser igualmente espectral. De hecho, durante buena parte del libro queda poco claro el alcance semántico que da a esos términos. Ya hacia el final del texto, parece empezar a vislumbrarse que para el autor toda ausencia implica un grado de espectralidad (133). Si esto es así, no tengo dudas en sostener que la categoría “espectro”, usada para iluminar y servir de hilo conductor del libro, presenta, además de problemas de definición, un muy escaso poder explicativo; es decir, no agrega nada a los análisis que desarrolla el texto. A esto debe sumarse que, como decía más arriba, las ideas elaboradas por Jacques Derrida sobre estos temas brillan por su ausencia. Lo que aparece en su lugar es una atribución indiscriminada de espectralidad a seres y animales que, en su enorme mayoría, están vivos y son de carne y hueso.

Por ejemplo, en el capítulo sobre Colón, los indígenas que se esconden de los españoles y generan (como explica Lifshey) una ausencia registrada por el texto que cuestiona la narrativa colombina (26) son vistos a la luz de lo espectral. Según el autor, las acciones de esos indígenas, entendidas como ausencias resistentes, tienen un carácter fantasmal (ver especialmente la página 28). Lo que no se entiende bien es qué tienen de fantasmal esas ausencias de los indígenas del Caribe, cuando en realidad el haunting del que habla el autor hasta el hartazgo es un mero esconderse para poder reaparecer, en carne y hueso, cuando las circunstancias lo permitan (ver los casos que comenta en la página 39). Este juego de ausencias y presencias que claramente existe en la narración de Colón no necesitaba en absoluto una terminología que lo emparentara con el mundo de las entidades fantas-males.

Pero tal vez lo más sorprendente de ese capítulo es la escasísima bibliografía consultada y citada por el autor para dar cuenta de un texto tan profusamente analizado como el del Almirante: apenas...

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