Latin American Politics and Development (review)

Un estudio comparativo de la política de América Latina. La primera parte del libro contiene un panorama general de los 18 países hispano parlantes, además de Brasil (portugués) y Haití (criollo). El libro deja fuera las colonias británicas y danesas por no compartir rasgos culturales y sociales con el resto de América Latina. La sección inicial se compone de un condensado de datos generales de la región que congrega a 550 millones de habitantes. Nos recuerda que en estos territorios se albergan los ríos más largos del mundo (Orinoco, El Plata, Amazonas) y que la selva amazónica produce el 40 por ciento del oxígeno del mundo. Se presenta someramente el estado de la economía, la geografía, la historia, la sociedad y la política. El interés del libro parece ser tomar el pulso de las democracias latinoamericanas. Los editores estipulan que las sociedades latinoamericanas son suficientemente pluralistas lo que hace más difícil los gobiernos dictatoriales. En efecto, América Latina no es el mismo racimo de repúblicas bananeras de antaño, la evidencia indica que se ha democratizado y modernizado y forman parte activa de las fuerzas globalizadoras, pero como toda democracia, incluida la norteamericana, siempre es mejorable y persisten aún los males de siempre: pobreza, falta de alimentación, vivienda, educación y actualmente la violencia por el narcotráfico en México. Al final de cada capítulo existe un empeño por estampar o calificar el nivel de democracia con la medida norteamericana. Por ejemplo, de Guatemala se dice que es “a consolidated semidemocracy” (541), y por cierto en el capítulo no se menciona a Rigoberta Menchú.

El libro se inclina hacia el neoliberalismo como la vía económica más viable o lo que llaman el “Washington Consensus” que es sinónimo de globalización o políticas neoliberales, sin embargo estas políticas han probado ser ineficientes y se ha optado por lo opuesto, como lo ha demostrado la elección de presidentes críticos del neoliberalismo en Venezuela, Brasil, Uruguay, Chile, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, Argentina y El Salvador. El papel intervencionista de Estados Unidos se menciona como una fuerza política relevante para evitar el avance del comunismo, pero los autores indican que esa influencia está a la baja con el fin de la Guerra Fría. De hecho no se explaya demasiado con respecto a las intervenciones norteamericanas, por ejemplo, en cuanto al derrocamiento de Allende dice: “Despite reports, never proven, of CIA involvement in the coup (a 1975 U.S. Senate investigation concluded that between 1971 and 1973 CIA Money supported the opposition media, some of the strikers, an extreme-right group, and anti-Allende propaganda among the military), the coup was an authentically Chilean product” (177). Con respecto a Panamá se menciona la invasión norteamericana de 1989 pero no se dice nada acerca de los civiles muertos en el barrio de El Chorrillo.

La audiencia de este libro son estudiantes de licenciatura que posiblemente tienen muy poco conocimiento de América Latina. Se establecen comparaciones generalmente con Estados Unidos. Por ejemplo, sobre Costa Rica dice: “In U.S. terms, it is tiny—about the size of West Virginia—” (476). Se insiste en que Estados Unidos ha salido avante y América Latina se ha rezagado, parece que su pregunta nodal es ¿Dónde falló América Latina para no ser como Estados Unidos? Tal vez la crítica más notable al libro es la que ellos expresan en la primera parte al decir: “The authors of individal chapters have often been hindered by a lack of empirical studies on which to base their conclusions” (82). En efecto, no hay referencias directas de dónde exactamente se están tomando esos datos y también hay muy pocas referencias a estudios en español. Todos, sin embargo, incluyen una lista de lecturas complementarias...