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Reviewed by:
  • Sainetes, cabaret, minas y tango Una antología
  • Jorge Dubatti
Pellarolo, Sirena. Sainetes, cabaret, minas y tango. Una antología. Buenos Aires: Corregidor, 2010: 285 pp.

En los ámbitos académicos se estudia cada vez con mayor interés el “género chico criollo”, esa diversidad de poéticas que, bajo la forma del teatro breve y acorde a las exigencias de la producción comercial, se desarrolló en Buenos Aires entre 1890 y 1930. Se trata de un tesoro incalculable de textos y autores de diferente calidad, aún disperso (no existe todavía una biblioteca especializada en la Argentina) y difícil de precisar en sus límites de corpus, ya que reúne tanto la zarzuela como el sainete, el “juguete cómico”, la “petipieza”, el “entremés”, el “grotesco” o la “comedia breve”. Una de las investigadoras más abocadas al temaes [End Page 215] Sirena Pellarolo quien en 1997 publicó una contribución fundamental: Sainete criollo / democracia / representación: el caso de Nemesio Trejo (Corregidor), y aporta ahora un nuevo volumen, una antología temática, Sainetes, cabaret, minas y tangos, en la que reúne cinco textos relevantes, recuperados del olvido, precedidos por un extenso y profundo estudio preliminar. Las obras seleccionadas son El cabaret (1914) de Carlos Mauricio Pacheco, Los dientes del perro (1918) de José González Castillo y Alberto Weisbach, El cabaret de Montmartre (1919) de Alberto Novión, Armenonville (1920) de Enrique García Velloso y La borrachera del tango (1921) de Elías Alippi y Carlos Schaeffer Gallo. Estas obras se insertan en una mucho más extensa “[l]ista cronológica de obras consultadas por fecha de estreno” (253–272).

Tal como señala Pellarolo, “el interés primordial de estas piezas teatrales se debe a que conforman un formidable documento de la cultura de cabaret, que tuvo su apogeo en la ciudad de Buenos Aires entre los años 1910 y 1930, época paralela a la internacionalización del tango” (19). La cultura de cabaret de influencia francesa se inicia en la Argentina con la apertura del lujoso local “Armenonville”. Pellarolo pone el acento en que la bibliografía disponible sobre la vida nocturna de Buenos Aires en los cabarets es aún pequeña, y que su libro quiere ser “una provocación para incentivar el interés en futuros proyectos” (17).

La pieza de “género chico” que representa el cabaret lleva a escena el mundo del “vicio” y la “depravación” (términos frecuentes en boca de sus personajes), universo de violencia física y sexual, prostitución, homosexualidad y droga. Un mundo distante del más abuenado y simpático del sainete de conventillo, distante de la tan mentada “gente decente y trabajadora” que abjura de él, y más cercano a la visión descarnada del naturalismo. En El cabaret de Pacheco, el cordobés Don Pío, que viene a rescatar de la “mala vida” a su sobrino, es seducido por “la alegría” y “las mujeres” y acepta que lo droguen; en medio de la escena “forman grupo Odette, Pepe, la italiana y don Pío. La italiana ejecuta la inyección y dejan a don Pío, que se queda medio asonsado, en medio de la escena, esperando sentir los efectos de la morfina” (132). En el Cuadro Segundo de Armenonville de García Velloso se habla de que en el cabaret “los alcaloides están de moda... se toma mucha morfina, mucha cocaína, mucho éter...” (210) y, por los excesos con la bebida y la velocidad de los lujosos automóviles, la bella protagonista acaba con un brazo menos y la cara quemada.

Se trata de un corpus fascinante para el estudio de las representaciones del tiempo libre, de la sexualidad y del género, y especialmente para la problematización de las relaciones entre tango y teatro. Es indudable que estos textos trabajan con la ambigüedad, entre el rechazo al estilo pedagógico y la fascinación liberadora, y en términos de poética, entre las estructuras de la tragedia (donde el héroe es culpable y asume su error) y las...

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