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  • El XXVI Festival Internacional de Teatro Hispano
  • Luis F. González-Cruz

El XXVI Festival Internacional de Teatro Hispano (dirigido por Mario Ernesto Sánchez; patrocinado por Teatro Avante, American Airlines y otras empresas), del 7 al 24 de julio de 2011, rindió tributo a Chile, de donde vinieron dos compañías dramáticas. El afiche del Festival fue diseñado por Jaime Ferrer, de Santiago de Chile; y el Premio a una Vida de Dedicación a las Artes Escénicas, fue otorgado a Delfina Guzmán, también chilena. El Componente Educativo, dirigido por la Dra. Beatriz Rizk, ofreció una convención de dos días, en colaboración con la Latin American Theatre Review, durante la cual distinguidos estudiosos del teatro hispánico presentaron ponencias y disertaron. Una de las sesiones estuvo enteramente dedicada a la figura de George Woodyard, quien dirigió la mencionada revista por muchos años: en ella participaron Jorge Huerta, Adam Versenyi, Jackie Bixler, Stuart Day (actual editor del Latin American Theater Review), Jean Graham-Jones, Kirsten Nigro y la propia Beatriz Rizk. Esta última dirigió, además, la lectura dramatizada de dos obras chilenas (El coordinador, de Benjamín Galemiri y Carolina, de Isidora Aguirre), y presentó su libro Imaginando un continente: Utopía, democracia y neoliberalismo en el teatro latinoamericano.

Lo crudo, lo cocido, lo podrido (Teatro Imagen, Santiago de Chile; autor: Marco Antonio de la Parra; dirección: Gustavo Meza), con elementos del absurdo y un fino sentido del humor, muestra a tres camareros que persistenen [End Page 199] su intento de mantener vigentes las normas que regían el restaurante donde trabajan, aunque ha permanecido cerrado mucho tiempo por falta de clientes. Escrita durante la dictadura de Pinochet, en 1978, la pieza es una alegoría aplicable a cualquier régimen opresivo que obliga a los observadores del orden a encerrarse hasta perecer o sobrevivir el tiempo necesario para poder abrir la puerta y salir de nuevo a la luz. Mujeres de Shakespeare (Teatro Prometeo, Miami-Dade College; versión libre —y dirección— de Neher Jacqueline Briceño a partir de las obras de William Shakespeare) fue una admirable realización donde predominó la belleza plástica, gracias al esmerado trabajo de Briceño, más la escenografía y el vestuario de Jorge Noa y Pedro Balmaseda, quienes lograron hacer de su creación verdadera poesía: algo muy justificado en el caso de los textos de Shakespeare. Amores de cantina (Centro Gabriela Mistral, GAM, Santiago de Chile; autor: Juan Radrigán; directora: Mariana Muñoz) es un canto al desconsuelo, la pobreza, los amores fracasados y los horrores de la vida en el cual varios personajes cuentan jirones de sus frustradas existencias. Esta “tragicomedia musical popular”, según la denomina su autor, tiene música, muchas canciones y textos en verso que interpretan los once miembros del conjunto. Decir lluvia y que llueva (KABIA Teatro, Bilbao, España; textos de Joseba Sarrionandia en adaptación de Borja Ruiz y los actores; dirección de Borja Ruiz) es el título de la obra y la respuesta que da un protagonista a la pregunta: “¿Qué es la felicidad?” De los personajes y su utilería caen hilos de arena; del techo se desprenden papelillos que figuran copos de nieve; y finalmente, llueve, desde dentro de los paraguas que utilizan los actores, empapándolos, del techo, de las manos de otros que como surtidores van regando agua por todas partes hasta alcanzar a los espectadores de las primeras filas. Los juegos de colores, el movimiento perenne de los intérpretes y las piruetas realizadas con los paraguas, remedan efectos del Circo del Sol. Pero entre maromas y retozos hay pasajes que denotan perspicacia e ingenio. En una ocasión se presenta una simpática interrogante: “¿La cebra es negra con rayas blancas, o blanca con rayas negras?”; tema que se desarrolla para demostrar la relatividad de todo hecho. La vida se compara al humo del cigarro, que no se sabe a dónde va. Una joven idealista ve en lo alto de una ventana una paloma y quiere que baje para darle de comer; pero su contrapartida materialista...

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