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EL TOSTADO EN LAS LIBRERÍAS DE GRANADA DEL SIGLO XVI Jesús Montoya Martínez Universidad de Granada En 2001 aparecía, dentro de la colección Chronica nova-Estudios Históricos de la Universidad de Granada, un trabajo titulado Trastienda de la cultura: Librerías y libreros en la Granada del siglo XVI (María J. Osorio, et al.). En él se daba a conocer los protocolos de ciertos legados y transmisiones de bienes de los libreros: Pedro Torres (1544 = [Torres]), Francisco García, (dos: uno de 1583 = [García 1], y otro de 1601 = [García2]) y el de mayor interés, bajo mi punto de vista, de Martín de Salvatierra, librero (1571 = [Salvatierra]), depositados en el Archivo Notarial de Granada. Los documentos encontrados nos revelan que estos libreros tenían situadas sus librerías en las cercanías de la Iglesia Mayor —alguna en la actual calle Libreros- y las proximidades de los recién fundados colegios de San Miguel y de Santa Cruz de la Fe, lo que permitía abastecer tanto a clérigos como a colegiales. Muchos de estos universitarios, sobre todo después de haber sido erigida canónicamente, en 1532, la Universidad de Granada y haber comenzado a impartir sus clases de Gramática, Teología y Medicina, al igual que en 1534 Cánones y Derecho civil. Más tarde, en 1537, se enseñaría Filosofía. Una atenta lectura de los distintos protocolos notariales del librero Torres, los dos de García, y sobre todo del "ynventario" de Martín de Salvatierra nos lleva a la conclusión de que Granada vivió una segunda mitad del siglo XVI de plena actividad docente y culta, y en su ámbito cultural se utilizaron y consultaron los mejores autores del momento, siendo el nomenclátor de títulos contenidos en el listado de estos protocolos una de las muestras más evidentes de la literatura humanista que se leía en esta ciudad. Más aún, se podría afirmar con todajusticia que estamos ante unos de los listados más avanzados que se conocen de aquellos tiempos. Porque no se trata de una biblioteca particular, U corónica 33.1 (Fall, 2004): 113-23 114Jesús Montoya MartínezLa coránica 33.1, 2004 como pudo ser la del Arzobispo Guerrero (Juan Martínez Ruiz, 1978), sino de productores y distribuidores de libros que no sólo satisficieron las necesidades de la localidad, sino que, a nuestro entender, atendieron las demandas de la universidad de Baezay posiblemente las de la ciudad de Murcia y las de la ciudad de Málaga. Estos listados revelan la existencia real y física de unos libros que tuvieron durante un tiempo y poseían, en los momentos de redactarlos, estos libreros en sus "bodegas" a la hora de legar o transferir sus bienes. Libreros que exponían, pese a las dificultades económicas y aun de ciertas "penas morales", su mercancía y la vendían a quien quisiera adquirirla. No conociendo otra ley que la oferta y la demanda, de donde se puede deducir que mientras estuvo en vigencia la demanda de estos libros, ellos los ofrecieron al precio que fijaba el mercado. Lo que nos lleva a pensar que la Granada del momento —siglo XVI- se configuró como una buena consumidora del pensamiento innovador que los mencionados libros presuponen, así como también que estos libreros contribuyeron a consolidar las nuevas ideas que su lectura aportaba, tal como lo confirman cuantos han tratado sobre este particular (Roger Chartier, et al.; B. Bennassar 331-40). Cincuenta años de erasmismo granadino Una de las cosas más evidentes a la hora dejuzgar el contenido de estos listados es que la obra de Erasmo debió ser ampliamente demandada, pues la encontramos por doquier, y esto a pesar de las sanciones de la Inquisición. En el listado de Torres, por ejemplo, aparece su Modus confilendi [Torres, 202, 203]' y la Dominica digesta in Septem partes iuxta septern dies (Amberes, 1523) [Torres, 62, 241] además de sus obras escolares: Epístolas [Torres, 89] y La Lengua de Erasmo (Sevilla, 1533) [Torres...

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