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Forum CARTA RESPUESTA A "THE GENRE OF SENTIMENTAL ROMANCE" Response to "The Genre of Sentimental Romance" La coránica 31.2 (Spring, 2003): 237-319 Regula Rohland de Langbehn Universidad de Buenos Aires Queridos amigos y colegas: No me parece del caso aquí contestarle a cada uno de ustedes que respondieron a mi desafío. Las rectificaciones que me proporcionaron son bienvenidas. Me conmovió la amistad y el afecto con que algunos abordaron el tema. En cuanto a la sustancia debatida en este Forum, sólo quiero destacar algunos hechos puntuales y algunas líneas de interpretación que constituyen para mí un especial motivo de aliento. Entre éstos cuento el hallazgo en George Ticknor, desde 1849, del término "sentimental romance" (Hook 293); la tradición intrínseca entre los primeros textos sentimentales (Siervo libre, Sátira, quizás Triste deleytación; Vera Castro Lingl 252) y la aseveración de que entre los términos "novela" y "ficción" no opera la diferencia semántica que yo creí observar ante su uso aplicado al género sentimental, sino que se trata solamente de una diferencia léxica (Deyermond 268), pero sobre todo la perspectiva que se abre definitivamente hacia una comprensión paródica de este género (Dorothy Severin 312-15). Asimismo, reconozco nuevos lincamientos referidos a los géneros literarios, que indudablemente son válidas y enriquecen el panorama. Por de pronto sólo quiero agregar unas pocas líneas, referidas a lo genérico en general y a una cuestión de valores en especial. La corónica 32.2 (Spring, 2004): 223-25 224Regula Rohland de LangbehnLa corónica 32.2, 2004 En cuanto a lo primero, me convenzo cada vez más de que en literatura la individualidad es otra cosa que en los géneros naturales, porque dentro de éstos el género determina la forma óptima del desarrollo (un roble en desarrollo óptimo será precisamente un roble), mientras que en los productos del espíritu, y por lo tanto en los literarios, la evolución óptima trasciende las determinaciones genéricas con las que la obra cuenta como base. El aporte personal de los autores a una constelación genérica existente sería, en esta perspectiva, lo que confiere su carácter único a las obras. Como éstas no se producen ex nihilo, sino que son prolongación de -y respuesta a- situaciones y textos existentes, podríamos exagerar este punto y decir que la obra carece de originalidad en la medida en que en ella se concretan rasgos genéricos. No creo que esto coincida con la trivialización, ya que ésta presupone además un desgaste de los problemas y unas soluciones simplificadas, pero la repetición, en tanto tal, es señal de un estancamiento en lo artístico. Desde luego, si la obra es demasiado original, nadie la comprende; los textos literarios no constituyen una excepción a la regla de que necesitamos elementos de tradición en cada enunciado. Por ello no me convence la tesis de Benedetto Croce, quien consideraba que no hay géneros sino solamente obras individuales. Pero —suponiendo que una obra cumpla con los requisitos artísticos necesarios, como riqueza en elementos, concisión en la expresión, orden, proporción y relación entre las partes (del tipo que fuesen, esto no se puede predeterminar), etc.-, parecería que cuanto menos la configuración de los rasgos de esta obra se adapta a una tradición genérica definida, más grande es. Esto podría constituir la base de un juicio de valor, y explicaría por qué en el juicio de la posteridad la Celestina cobra primacía por sobre las novelas sentimentales, y el Quijote, por sobre la novela picaresca, o también el Wilhelm Meister (1795-1829) de Goedie tanto como el Anton Reiser (1785-1790) de Karl Philipp Moritz, por sobre las otras novelas de formación (Bildungsromane). En esta línea de pensamiento, que lleva a la valoración estética, las tradiciones genéricas merecen ser estudiadas como estructuras significativas en sí y como respuestas a las situaciones históricas de las que...

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