Espejo de sombras: Sujeto y multitud en la España del siglo XVIII (review)

En 1766 el pueblo enfurecido por las políticas ilustradas se agolpa alrededor del Palacio Real y grita un contradictorio ¡Viva el Rey, muera Esquilache! Carlos III observa desde su balcón un proyecto reformista hecho añicos por la incomprensible tenacidad de la masa a oponerse al bien común. La irrupción de la plebe rebaja al monarca a objeto recipiente de miradas ajenas que lo examinan y le piden cuentas. La revuelta va a imponer, según Medina, un cambio de paradigma político y cultural, tras el cual la masa ya no podrá ser ignorada, aunque ello no signifique el cambio de su condición histórica y social. La nación moderna nacerá como respuesta a la necesidad de reconocer la presencia amenazante de la multitud.

La estrategia implementada para redimir la intrusión del vulgo en la política consistirá en la transfiguración de éste en la idea de "Pueblo." La maniobra conseguirá que la masa se sienta parte de la escena forzando así su completa salida del escenario real. Sólo desde afuera la multitud puede gozar de su propia actuación (performance) y adoptar una imagen articulada. La distancia despótica del absolutismo dieciochesco se sustituye por un juego de guiños que simula la integración de élite y multitud. Los nobles se disfrazan de majos castizos en un espectáculo de confusión que, sin embargo, no deja de mantener firmes las distancias sociales. El rey se deja incluso penetrar simbólicamente por el Pueblo para allanar así toda distancia. Las escenas populares de Goya invaden las alcobas de los príncipes y despliegan un cortejo simbólico entre éstos y el cuerpo de una multitud idealizada. El rey "siente" y empatiza con sus súbditos, y la masa, seducida por la representación, se inhibe en favor de la puesta en escena y mitiga su irascibilidad. No más la multitud agolpada frente al palacio, sino su imagen especular integrada en los salones reales, cuyo ejemplo edificante se erigirá en sustituto efectivo de la cruda realidad social. Una vez convertida en protagonista privilegiada de la representación, la masa se transformará en "sujeto de la historia" y el Estado en sinónimo de comunidad. El espectáculo de (con)fusión conseguirá sustituir la heterogeneidad por el simulacro de una identidad común.

Espejo de sombras analiza la compleja articulación del siglo XVIII español entre sujeto y multitud, monarca y súbditos, rostro y cuerpo, idea y materia, utopía y realidad, homogeneidad y heterogeneidad, y describe la transición hacia una concepción del Estado donde la realidad especular de la representación se instituye como sustituta de la realidad social. El libro comienza con una introducción donde Medina explica, siguiendo a Sloterdijk, la tensión moderna entre sujeto y multitud según la cual el yo en soledad es elemento indispensable de las colectividades ordenadas. La multitud, sin embargo, no es completamente exorcizada y, como explica Canetti, permanece como principio resistente de la política. El contrapunto que establecerá la multitud a las estrategias de sujeción e interpelación descritas por Foucault y Althusser son las que ponen en crisis la esfera pública moderna teorizada por Habermas. A lo largo del libro, Medina profundiza en el desplazamiento del pueblo por el "Pueblo" y las fracturas entre totalidad deseada y margen inasimilable atendiendo a las teorías del carnaval de Bakhtin y del espectáculo de Debord. Es en dicha fractura donde el Estado moderno sitúa tanto su justificación como donde se esconde la constante amenaza de su crisis.

El cambio de paradigma político y cultural que acompaña a la revuelta de Esquilache aparece representado, según Medina, en ciertas expresiones simbólicas de la época. La hermenéutica del "espectador implícito"de Iser y Jauss proporciona el método de análisis. Medina rastrea los dilemas planteados...